Miércoles, 16 de julio de 2008 | Hoy
EL PAíS › ESCENARIO
Por Luis Bruschtein
Son los que no existen, no son tenidos en cuenta por los medios. Nunca son entrevistados, no opinan. La realidad mediática es uniforme y presenta un escenario donde prácticamente toda la gente opina como la gente, o sea, como ellos, o sea, está en contra de las retenciones, a favor del campo y odia al Gobierno. Tienen frases hechas, ponen piloto movilero automático y a otra cosa. Todas las zonas aledañas al Congreso estaban atestadas de gente, hasta Corrientes, hasta 9 de Julio y hasta San Juan. Todo era un hervidero de gente que marchaba hacia el Congreso a favor de las retenciones. Eran miles y miles de personas muy humildes, trabajadores y de clase media. La discusión sobre cuál acto fue más grande es otra. Lo que llama la atención es que estos miles son invisibles para los medios hasta que aparecen en un acto.
Una columna de los albañiles de la Uocra entró a la Plaza del Congreso por Entre Ríos, tirando petardos, haciendo mucho ruido y cantando: “Soy argentino, soy peronista, y quiero vivir mejor”. Había un grupito que cada vez que el coro empezaba con “soy argentino”, ellos, entre sonrisas cómplices, lo reemplazaban con “soy paraguayo”. Para ellos el canto era así: “Soy paraguayo, soy peronista y quiero vivir mejor”. Internacionalismo proletario.
Toda la zona alrededor de Congreso estaba invadida por una imponente flotilla de cientos de micros destartalados, e incluso camiones que llegaron con las cajas traseras atestadas de gente, como en los viejos tiempos. El Sindicato de Camioneros llegó con cientos de camiones. Entre los manifestantes se decía que los camioneros iban a desfilar con los camiones. Pero se bajaron y formaron una columna con varios miles de manifestantes con los distintivos verdes del gremio. Se había hablado de que la columna de los camioneros iba a entrar por Rivadavia, donde estaban los movimientos sociales, y no por Hipólito Yrigoyen, donde estaban los gremios de la CGT, para evitar posibles choques con la Uocra. Pero la columna del gremio de Moyano se quedó durante todo el acto sobre Avenida de Mayo, desde el comienzo de la Plaza hasta varias cuadras atrás. Otros grupos que venían detrás hacían que la Avenida de Mayo estuviera cubierta prácticamente hasta la 9 de Julio.
Una pregunta se repetía entre los manifestantes en Congreso: “¿Cómo está lo de Palermo?”, por el acto de las entidades ruralistas. Nadie tenía información, pero las versiones circulaban igual. Cuando finalizó el acto, la televisión que cubría el acto de Palermo informó que había 225 mil personas, contra 95 mil de Congreso, aludiendo a “informaciones estatales extraoficiales”. En realidad, en Palermo había seis o siete cuadras cubiertas sobre Libertador y el cálculo no puede dar más de 90 mil personas. En Congreso era más difícil calcular por la Plaza. Pero estaba muy cubierta la cabeza del acto, todo el ancho de la Plaza, más las dos avenidas, hasta donde termina el Monumento. También eran muy cerradas las columnas que cubrían Hipólito Yrigoyen y Rivadavia, desde el principio hasta el fin de la Plaza. Sobre la Plaza había mucha gente dispersa. Y después estaba la columna que cubría toda la Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio. Un cálculo real, por lo menos, daría que en ambos casos la asistencia rondó las 90 mil personas, que es muchísimo.
La mayoría de las consignas estaban más relacionadas con el respaldo al Gobierno y la distribución de la riqueza que a atacar a los ruralistas. Pero había unos carteles pegados en las torres de la luz con la consigna “Por el lomo a 80 pesos” que tenían la foto de Alfredo De Angeli y estaban firmados por la JPR (Juventud de Palermo y Recoleta).
En los días previos a la concentración, entre la militancia de los movimientos sociales kirchneristas se rumoreaba que en los barrios la gente estaba enojada por la inflación y el aumento de los precios. Se decía que habían sido varias movilizaciones al hilo y se traslucía un cierto cansancio. Pero ayer movilizaron más que nunca. “La gente tiene bronca por los precios, pero no come vidrio –decía un dirigente de estos movimientos kirchneristas–, vino a este acto con más convicción que a los otros porque tiene instinto de supervivencia, sabe lo que está en juego.”
En general, la concentración tenía, efectivamente, un clima más militante. Las columnas de los movimientos fueron muy masivas. Barrios de Pie y Libres del Sur llevaron miles de personas, al igual que el Movimiento Evita. Pero también las diferentes agrupaciones barriales que se referencian en la CTA marcharon con gran cantidad de manifestantes. Segundo Centenario; la FTV, de Luis D’Elía; Frente Transversal, de Edgardo De Petri, Marcha Grande y otras, además de la Túpac Amaru, de Jujuy, que marchó con Alicia Kirchner y su gabinete junto a la dirigente jujeña Milagro Sala y el cura Farinello. El aporte barrial de la CTA fue importante, aunque no fue lo mismo desde su flanco gremial, donde un sector decidió mantenerse ajeno a esta lucha porque no apoya al Gobierno.
Otros que estaban pero no estaban eran los del movimiento de Castells. Dejaron la carpa de Congreso con tres o cuatro militantes y se fueron al acto de Barrio Norte para apoyar a los ruralistas. Nadie los molestó, al igual que a la carpa de las entidades rurales, pese a que estuvo rodeada por oleadas de personas muy humildes que sabían que los de Castells habían ido al acto de Palermo, probablemente el acto más clasista de los últimos tiempos. La composición social de los dos actos fue muy clara. En el Norte las clases altas y en el Sur las clases bajas. Pero los equívocos no faltaron, por ejemplo que al frente del acto de la gente más paqueta de este país estuvieran las banderas rojas del grupo trotskista MST, que apoya a los ruralistas. O que Eduardo Buzzi –que fuera durante mucho tiempo un aliado de la CTA– agradeciera desde el palco de Palermo “a los compañeros que siguen el acto desde los balcones”, cuando los departamentos de los “compañeros” de esa zona de Libertador no bajan del millón de dólares.
Los intelectuales del espacio Carta Abierta se sumaron a la convocatoria desde un ángulo independiente y se ubicaron junto a los organismos de derechos humanos. Algunos repartían volantes que decían “¡Apagá la tele! ¡Prendé la cabeza!” y otros aforismos. Entre otros estaban los sociólogos Ricardo Forster y Eduardo Grüner y los filósofos Nicolás Casullo y León Rozitchner. Un poco más apartado, el dramaturgo Tito Cossa explicaba su presencia: “La verdad que hay muchas cosas para criticar, pero en ésta hay que estar, acá se juega el futuro, por lo menos que no nos cierren las puertas de ese futuro”.
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