Desde Washington

El record de víctimas mortales alcanzado esta semana en Afganistán ha puesto dramáticamente de actualidad el hecho de que, mientras la situación mejora en Irak, se deteriora aceleradamente en el otro frente, donde el Pentágono advierte de un incremento de la actividad insurgente y de la reorganización de Al Qaida y los talibán. Por primera vez, un informe del Departamento de Defensa, publicado el mes pasado, admite que Afganistán está sucumbiendo, víctima de una “poderosa violencia insurgente”. En octubre se cumplirán siete años desde que las tropas aliadas invadieron este país asiático.

La guerra liderada por Estados Unidos en Afganistán dura ya la mitad de lo que duró la invasión de Vietnam. Casi 500 soldados norteamericanos han fallecido y 2000 han regresado a casa heridos de gravedad. “Los talibán se han reorganizado”, asegura el documento del Pentágono. “Después de perder el poder, se han coaligado en una insurgencia resistente. Suponen un desafío a la autoridad del gobierno afgano en áreas rurales”, añade este documento. Los insurgentes, de hecho, se han organizado en el sur del país, liderando una resistencia terrorista centrada en la ciudad de Kandahar. La situación se ha complicado con la llegada de jihadistas asociados al grupo terrorista Al Qaida que atacan persistentemente a las tropas aliadas en la rocosa zona del este del país, haciendo incursiones desde las laderas del macizo del Hinukush, cerca de la frontera con Pakistán.

Al Qaida, fuerte en las montañosas zonas del noroeste de Pakistán, ha identificado el punto débil de EE.UU. y ha comenzado una guerra de agotamiento contra las tropas aliadas lideradas por la OTAN. “Pueden mantener o incluso incrementar la intensidad y la frecuencia de sus atentados y ataques terroristas en 2008”, explica el informe del Pentágono. En los primeros cuatro meses del año, las muertes de soldados aliados en combate han aumentado un 40 por ciento. Sólo en mayo y junio, murieron 69 efectivos en Afganistán. En Irak fueron 52. El 10 de julio, el Senado de EE.UU. confirmó al general David Petraeus, artífice de la estrategia de aumento de tropas que tanto ha pacificado Irak, como máximo responsable del Comando Central. De esta división de mando del ejército dependen tanto la guerra de Irak como la de Afganistán, y se espera que este experto general responda a los desafíos de Afganistán con una estrategia similar que pase por un incremento del número de soldados en el país. El senador republicano John Warner le pidió que se ocupe de la situación en Afganistán, que cada vez es peor. “Tenemos la suerte de que (el general) está altamente cualificado, conoce la cultura de la región y comprende la complejidad y la situación geopolítica del vecindario de Pakistán e Irán”, dijo. Hay una larga lista de problemas a los que se enfrenta el nuevo comandante. Entre ellos, la endémica corrupción que carcome al gobierno, el tráfico de opio y un lentísimo proceso de reconstrucción del país.

El martes, el candidato republicano John McCain reconoció que la situación en Afganistán necesita de una intervención urgente. “La seguridad (en el país) se deteriorado, y nuestros enemigos han pasado a la ofensiva”, dijo en un discurso desde Nuevo México. “Es el camino del aumento de las tropas en Irak lo que nos muestra el camino hacia la victoria en Afganistán.” Haciendo caso a las recomendaciones del jefe del Estado Mayor de EE.UU., el almirante Michael Mullen, McCain ha prometido enviar tres brigadas, unos 12.000 soldados adicionales, a la zona. “Sé cómo ganar guerras”, dijo el senador de Arizona. “Lo que necesitamos en Afganistán es lo que el general Petraeus trajo a Irak: una campaña nacional, militar y civil que se centre en aportar seguridad a la población.”

* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.