EL PAíS › CARLOS BERCUN, EL LOBBISTA QUE BUSCAN EN EL SENADO
El más requerido se fue a Londres
Por Eduardo Tagliaferro
“Ese que en cualquier reunión política mantiene el bajo perfil. Ese que nunca habla. Con ése, hay que arreglar”, era una frase que solía repetir Carlos Bercún, el consultor al que tanto los senadores como la Justicia están poniendo en el centro de las sospechas del escándalo de las nuevas coimas en el Senado. Cuando los miembros de la comisión parlamentaria lo citaron para testimoniar, se dieron con que el lobbista había partido rumbo a Londres.
Un allegado al lobbista que accedió a dialogar con Página/12 lo definió como “un adicto al trabajo”. Este licenciado en Administración de Empresas, especializado en temas de comercio exterior, supo hacer carrera con el menemismo y convertir sus relaciones en su principal capital. La misma afición que tiene por el trabajo supo mostrarla por el dinero. La salida de la dictadura lo encontró económicamente bien posicionado. Testimonio de ello puede encontrarse en su ex oficina de la calle Rivadavia y Chacabuco desde la que atendía inversiones bursátiles y financieras. Fue desarmada a fines del ‘89. Por esos tiempos cultivaba la amistad de alguien que supo hacer carrera dentro del menemismo, un compañero de country que llegó a ser ministro de Economía: Roque Fernández. Sin embargo, los que recuerdan su ingreso a la política lo asocian con Eduardo Menem, con quien mantuvo siempre un trato preferencial. También pudo mantener una aceitada relación con Eduardo Bauzá. En tiempos de Domingo Cavallo ocupó la Secretaría de Relaciones Institucionales en el ministerio. El tiempo lo llevaría a privilegiar los negocios privados. Desde su consultora CB se dedicó a asesorar a los bancos. Hoy los reflectores lo iluminan. La Asociación de Bancos de Argentina lo tiene contratado y su nombre se ha vuelto moneda corriente en el escándalo de las nuevas coimas.