Domingo, 30 de agosto de 2009 | Hoy
Por Gustavo Veiga
En 1977, el ministro del Interior Albano Harguindeguy mandó adquirir noventa automóviles no identificables para apuntalar la represión policial en varias provincias. Con un expediente secreto, el 274/77, se compraron los Ford Falcon por 432 millones de pesos de esa época, unos 7593 dólares por unidad, que se terminaron de abonar en marzo de 1978, en vísperas del Mundial de fútbol. El documento que lo prueba es una pieza única que se salvó de la destrucción ordenada por los militares y lo conserva el Archivo General de la Nación. Los noventa Falcon fueron a parar a Catamarca (10), Corrientes (10), Chaco (5), Chubut (8), Entre Ríos (5), Formosa (6), Neuquén (3), Río Negro (6), Salta (5), San Juan (5), San Luis (5), Santa Cruz (8), Santa Fe (10) y Tierra del Fuego (4). En la mayoría de los casos, los móviles sin chapa patente sirvieron para operativos clandestinos en los que se secuestraba a personas que luego se transformaban en desaparecidos. La utilización de autos no identificables continúa en democracia, aunque aggiornada por las diferentes fuerzas de seguridad. Uno de los últimos episodios con mayor repercusión pública ocurrió en marzo de este año en jurisdicción de la comisaría 44 de la Policía Federal. Dos efectivos de esa dependencia y uno de la 35 secuestraban a presuntos delincuentes en móviles sin patente. Les pedían rescate a cambio de no armarles causas judiciales. La banda también estaba integrada por barrabravas de segunda línea del club Vélez. La discrecionalidad en el uso de estas unidades provocó bajas entre las propias fuerzas de seguridad.
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