EL PAíS › PARA LOS RAELIANOS EL HUMANO FUE CREADO POR EXTRATERRESTRES
El hombre que vio a los enanitos verdes
Por Eduardo Febbro
Controvertida, la clonación humana fue condenada por prácticamente todas las estructuras internacionales encargadas de pensar los desafíos planteados por la bioética. Sin embargo, para los raelianos, la clonación humana no es una falta sino una “herencia”, es decir, una práctica de la cual descendemos todos. La secta de los raelianos es el principal grupo ufológico del mundo. Fundada en 1973 por un ex periodista deportivo, Claude Vorilhon, alias Rael –actualmente reside en Canadá–, la base “mística” de la secta consiste en enunciar que la humanidad fue primero creada en un laboratorio y luego exportada a la Tierra por los marcianos hace unos 25.000 años.
Considerada por los sociólogos como perteneciente a una ola de nuevos movimientos religiosos, los raelianos, que se han constituido en una iglesia en Quebec, aseguran contar con 55.000 adeptos a través del mundo. En marzo del año pasado, su líder, Rael, anunció que había mantenido encuentros con extraterrestres en 1973 y 1975. Según narró con una seguridad desconcertante, durante esos dos años Rael vio aterrizar en el centro de Francia un grupo de marcianos con pelo muy largo, ojos como almendras y piel verde. Esos marcianitos verdes de poco más de un metro treinta de altura se presentaron como los Elohim, le dijeron que él sería en adelante su profeta en la Tierra y le pidieron que construyera una embajada para recibirlos por el año 2035. La primera piedra de esa sede Rael la construyó en Canadá. Se trata de una suerte de centro terrenal dedicado enteramente a los ovnis y bautizado Ufoland.
Fréderic Lenoir, el gran especialista francés de las sectas, juzga a los raelianos como un grupo que no vehicula “valores dañinos o mortíferos”. Sus objetivos, aclara, “no son la destrucción de la persona humana. Sin embargo, representan un peligro evidente porque su ideología apunta a eliminar a lo que consideran como razas inferiores mediante las manipulaciones genéticas”. Para Rael y sus seguidores, la clonación humana constituye la única posibilidad real de alcanzar la vida eterna. El brazo armado de esa ideología es la empresa Clonaid, dirigida por una científica francesa, Brigitte Boisselier, la responsable del programa de clonación desarrollado por el movimiento de los raelianos.
Todos los argumentos de los raelianos fueron tomados siempre en broma. No obstante, la aparente obtención de un bebe clonado demuestra que las palabras de su gurú fueron un delirio que la secta hizo realidad: “La clonación no es más que una etapa, igual que la fecundación in vitro. La última de todas las etapas será la creación de un ser totalmente artificial”, dice sin pestañar Claude Vorilhon. Página/12 dialogó con varias personas que en el pasado frecuentaron la secta y luego la abandonaron. Michèlle, una francesa de 37 años, contó que durante las reuniones, los raelianos “viven en una suerte de fraternidad irreal, una mezcla de ciencia ficción y lazos afectivos. En el curso de las reuniones a las que asistí, nos sentábamos con las manos vueltas hacia el cielo con el único objetivo de alcanzar la armonía, de rozar o sentir con fuerza la sensación del infinito, de las estrellas, de todos los componentes del universo”. Los raelianos hacen de la ciencia una religión y del amor, el placer y el sexo “instrumentos” que se ejercen con la más absoluta libertad. Con todo, el objetivo central es la clonación porque, como lo expresa su Papa, “somos computadoras biológicas autoprogramadas”. Laclonación significa para Rael la posibilidad de, en una última instancia, “transferir nuestra personalidad, nuestra memoria, todas las informaciones que se acumulan en el cerebro bajo la forma de flujos electroquímicos”. Así, cree, el hombre termina alcanzando la inmortalidad. El gurú francés, para quien el hombre es “un animal religioso”, reconoce sus excesos cuando anuncia “mi misión es provocar, de lo contrario erraría mi objetivo”.
La científica francesa que lleva adelante el proyecto asegura que siempre pensó “que en otra parte existía una infinidad de vidas, mucho más sofisticadas”. Michèlle, la ex adepta a la secta, contó a este diario que el grupo “funciona con dos criterios: uno místico y otro ultrarracional. Los raelianos creen en un montón de cosas impalpables pero aspiran a que se tornen realidad sirviéndose de la ciencia”. Según Michèlle, algunas mujeres de la secta forman una suerte de subgrupo llamado “la orden de los ángeles de Rael, donde las mujeres se comprometen de manera consciente a poner el servicio de sus creadores y de sus profetas su belleza interior y exterior”. Prueba de esa revelación es el collar de plumas que distingue a los miembros de esa orden y que lleva puesto Brigitte Boisselier. Claude Vorilhon tiene un proyecto muy claro. El guía supremo de los raelianos aspira a “crear la vida eterna, a realizar clonaciones y crear la vida en otros planetas. Entonces, aquellos que hemos creado nos tomarán por Dios. El proceso es infinito”.