Domingo, 11 de julio de 2010 | Hoy
EL PAíS › LA MASACRE DE PALOMITAS
Por Werner Pertot
El fiscal Jorge Auat denunció por mal desempeño a Carlos Olivera Pastor, a cargo del Juzgado Federal de Jujuy, por el nulo avance de las causas de derechos humanos, entre ellas, la de la Masacre de Palomitas. Olivera Pastor tiene desde hace dos años las condiciones para dictar una sentencia, pero su principal medida fue liberar a uno de los responsables de la masacre, Hugo César Espeche. “Liberaron a un asesino confeso, porque me pidió perdón en el ámbito judicial”, recordó Nora Leonard, ex presa política y hermana de una de las fusiladas en la masacre.
En la cárcel de Salta se cortaron todas las visitas el 24 de marzo de 1976. El 6 de julio los vinieron a buscar para un supuesto traslado a Córdoba. El capitán Espeche ordenó que apagaran las luces externas del penal de Villa Las Rosas. Como diría Roberto Bolaño: con ellos, entró la noche, salió la noche. Y con la noche se fueron Benjamin Avila, María Alonso de Fernández, Evangelina Botta, Georgina Droz, Amaru Luque, Roberto Oglietti, Pablo Outes, José Victorio Povolo, Rodolfo Usinger, Alerto Sabransky y Celia Leonard. Los obligaron a amontonarse en dos autos que un operativo comandado por Joaquín Guil había robado esa noche y los mataron. La primera investigación por Palomitas empezó con la causa 13 en el Juicio a las Juntas. La condena a los represores salteños fue frenada por las leyes de impunidad, lo que no le impidió a Nora Leonard presentarse en 1998 ante el juez español Baltasar Garzón. “Estamos en un lugar muy conservador. Hacer cada cosa nos tomó un esfuerzo enorme. Somos predicadores en el desierto”, explica. El 19 de diciembre de 2001, mientras el país estallaba, Leonard y Espeche se volvieron a ver la cara en un juzgado. “Yo empecé a gritarle que la mató a mi hermana con un bebé de 4 meses y medio. Le dije que destruyó a mi familia. El se agarró la cabeza y me dijo: ‘No sabe lo que es vivir con esto. Yo era joven. Las órdenes eran secretas, no sabía para que me mandaban. Yo le pido perdón a usted y a su familia’”, relata.
Luego de que se anularon las leyes de impunidad, el juez Ricardo Lona renunció en medio de un jury por su complicidad en la masacre. Allí comenzó lo que Leonard define como “una historia kafkiana, porque en el Poder Judicial estaban los amigos de Lona”. Todos los jueces y fiscales de Salta se excusaron en la causa Palomitas.
Para intentar agilizar la causa, se la dividió en tres partes: “Palomitas I”, la que llegó hasta la instancia en que se puede dictar sentencia tiene como acusados a Espeche, a Carlos Alberto Mulhall y a Miguel Raul Gentil. Las otras dos, mucho más atrasadas, incluyen a Antonio Bussi, Luciano Benjamín Menéndez, además de a Guil. “La causa tuvo muchísimos incidentes, que implicaron ocho años más de instrucción. Es la vergüenza más grande para la Justicia federal salteña”, señaló a Página/12 la abogada Tania Nieves Kiriako, quien viene siendo amenazada: le dejan grabaciones de marchas militares en el contestador del estudio.
La causa cayó en manos de Olivera Pastor, quien liberó a Espeche cuatro días antes de que se terminara el plazo para que la fiscalía apelara el pedido de libertad condicional. Sí se habían presentado la Secretaría de Derechos Humanos y los Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Salta. Cuando la fiscalía le pidió que lo volviera a detener, no hizo nada. Auat lo denunció por su “invariable actitud en las investigaciones por crímenes contra la humanidad”.
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