EL PAíS › POR OSVALDO ACOSTA *
Larga vida a Brinzoni
OPINION
Ya sabíamos que Ricardo Brinzoni era un nazi y que posiblemente está implicado en la matanza de Margarita Belén. Ahora sabemos que además, por pura comisión indirecta de apología del delito, también es un asesino, un violador, un secuestrador y un genocida. Brinzoni es el típico exponente que aparece cuando un dictador pasa a mejor vida. Se encarga de instalar al muerto en el panteón de los héroes nacionales para que después un historiador oficial continúe la obra. Por eso tipos como Galtieri deberían ser inmortales. Como los centros clandestinos, tendrían que formar parte de los museos de la memoria. Lamento que el pseudo general haya muerto. Ahora voy a hacer fuerza para que no se muera Videla. Cuando Franco se iba muriendo y la cirugía española prolongaba la agonía del Caudillo, yo tenía un sentimiento contradictorio. Por un lado veía que era el principio del fin de la pesadilla. Por otro, lamentaba que a los españoles se les escapara el objeto vivo de un necesario juicio de la historia. Era más chico cuando los partisanos se limpiaron a Mussolini y cuando Adolfo Hitler terminó sus días en el bunker subterráneo. Pero me doy cuenta de que siempre pensé lo mismo: estos sujetos deben vivir hasta que los pueblos estén en condiciones de juzgarlos. Y ese momento siempre llega.
Por simple desencanto judicial, no voy a denunciar a Brinzoni por apología del delito. Y sé que a la vez él está en su derecho de querellarme. Como la abogacía es mi oficio, le indico el camino. Por lo pronto, no le conviene usar aquel abogado nazi que lo engañó. Es mejor que lo asesore alguno de los abogados del Ejército que paga el Estado argentino y lo asista en el Palacio de Tribunales, Talcahuano 550. Antes será mejor que anuncie en conferencia de prensa que ha sido injuriado. Puede explicar que lo hace en defensa de su honor y en el de la institución. Otro consejo: que cambie de look. Ese estilo gardeliano de general engominado es démodé. Para los tiempos que corren le convendría un corte cepillo, tipo astronauta, y aclararse el pelo. Sin la carmela le sentaría mejor. Ahora que Bush parece lanzado a conquistar el mundo, en una de ésas reabre la Escuela de las Américas y quizá todavía sea hora de estar presentable para ganar una beca.
Por suerte ya no son tiempos para recomendarle los servicios de aquel viejo amigo y compañero que en los pozos clandestinos regulaba –por instrucciones y presión de los camaradas de arma de Brinzoni– la intensidad eléctrica de las picanas para que los presos no se le murieran. Pero de verdad le deseo larga vida a Brinzoni. Espero que el pueblo argentino tome alguna vez conciencia de sus derechos y una nueva justicia lo juzgue antes de que cumpla 70 años. Todo llega en esta vida.
* Abogado.