El monto que debería destinarse apenas en 2011 al Fondo de Recuperación de Edificios Catalogados podría causar un cambio tectónico en la misma textura física de Buenos Aires. Los casi 19 millones de pesos que sólo este año se deberían destinar a restauraciones superan en un 50 por ciento el presupuesto entero del Ministerio de Cultura y representan más de seis veces lo disponible para actividades culturales en sí. La falta de fondos explica el minimalismo municipal a la hora de reparar edificios, propios o ajenos. El proyecto de restauración de la calle Defensa, elegida como una suerte de “corredor turístico” y casi peatonalizada, terminó en la reparación de algunos edificios en sus primeras tres cuadras, entre Irigoyen y Belgrano, y el reemplazo de luminarias por catenarias con un diseño más tradicional. El trabajo quedó paralizado al terminar esta etapa. De hecho, Buenos Aires podría tener un patrimonio edificado en un alto grado de perfección con esos 19 millones. En toda la Ciudad hay apenas 2100 edificios formalmente catalogados por la Legislatura, con lo que cada uno tendría instantáneamente nueve mil pesos para obras. Dado que no todos los edificios necesitan obras, se podrían encarar trabajos de importancia que abarquen el mismo espacio público; hasta se podría ayudar al órgano de control que no logra controlar derrumbes, obras clandestinas, demoliciones ilegales y otros desmanes. La Dirección General de Interpretación Urbanística tiene un presupuesto para este año que araña los cinco millones de pesos, tan poco que su pequeña Supervisión de Patrimonio Urbano ni siquiera figura como ítem presupuestario.