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- Nicolás Casullo (Sociólogo): “Toda movilización social expresa una posición del país en términos concretos. En estas circunstancias, mientras pareciera que nuestros representantes en la ONU no logran disuadir al gobierno de Bush, es significativa la participación de la sociedad no sólo como una crítica a la política de Estados Unidos sino, sobre todo, como rechazo a las características que tiene esta guerra en la que Bush se lanza solo y sin importarle la opinión del resto del mundo. Creo que estamos en la pulseada final, pero da toda la sensación de que Estados Unidos no retrocederá, aunque haya perdido la batalla política e ideológica internacional. La posición del gobierno argentino, comparada con otras que se expresaron en los últimos años, ha sido clara y en último término no condenable. En ese sentido, si se puede reafirmar o profundizar esta perspectiva mucho mejor”.

- Atilio Borón (Sociólogo): “Hasta ahora el gobierno argentino ha actuado con ambigüedad, porque si bien ha dicho que se opone a la guerra, la larga historia de relaciones carnales con los Estados Unidos torna poco creíble esa declaración. Nadie se sorprendería si de la noche a la mañana debido a circunstancias especiales cambiase de opinión. El Gobierno debería manifestar de manera muy explícita que no va a participar en ninguna acción bélica de ningún tipo, aún de aquellas disfrazadas de ayuda humanitaria. Que las movilizaciones como las de hoy son importantes lo prueba el hecho de que el canciller británico, que hasta antes del 15 de febrero jugaba impunemente con la hipótesis de la guerra y el involucramiento de Gran Bretaña en la guerra, tuvo que modificar de manera bastante llamativa su posición y adoptar otra más cautelosa”.

- Norberto Galasso (Historiador y ensayista): “Yo creo que más allá de la barbarie que caracteriza al gobierno de Bush, que parece incólume frente a los planteos de todo el mundo, es necesario reiterar un repudio masivo. Hay que reclamarle al gobierno argentino que se exprese explícitamente contra la guerra, aún sabiendo que no lo va a hacer. Todos deseamos que no se produzca este intento de aplastamiento y aniquilamiento de un país por parte de la potencia más fuerte del planeta. La política norteamericana está movida por intereses petroleros, por la necesidad de tener una presencia dominante en Medio Oriente y por la recesión que afecta su economía, ante la cual el armamentismo es una salida”.

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