Viernes, 20 de enero de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA CAMPORA Y EL GOBERNADOR
Por Nicolás Lantos
A veinte días de la crisis institucional que puso entre paréntesis la gobernabilidad de Santa Cruz, los lazos entre el gobernador Daniel Peralta y La Cámpora, que a duras penas habían sobrevivido a la campaña, permanecen rotos, luego de que la agrupación juvenil abandonara el gobierno en las últimas horas del año pasado. Según algunas lecturas recurrentes en Río Gallegos, la histórica visita de las Madres de Plaza de Mayo a esa ciudad se enmarca en los conflictos intestinos del PJ local. “Puede leerse perfectamente como una demostración de fuerzas”, aseguran, palabras más o menos, de un lado y del otro.
El peronismo en Santa Cruz parece tener tantas variantes como peronistas hay en la provincia: aquí las internas se ven a plena luz del día, expuestas. Para las elecciones, todo el partido se encolumnó detrás de Peralta con la intención de evitar una derrota ante el candidato que aunaba a la oposición (de todas formas necesitaron un complejo sistema de lemas para acomodar las piezas).
Pero tras la victoria, la paz duró menos de veinte días: el 29 de diciembre, el oficialismo local intentó aprobar una ley de emergencia económica, que entre otras medidas aumentaba la edad jubilatoria y suspendía las paritarias, y La Cámpora le retiró súbitamente el apoyo mientras los gremios estatales protestaban prendiendo gomas en pleno centro galleguense y la policía reprimía.
El saldo fue la renuncia de varios funcionarios del gabinete de Peralta y el alejamiento de un puñado de legisladores del bloque oficialista en la Legislatura unicameral. En el entorno del gobernador todavía acusan a La Cámpora de haber intentado forzarlo a renunciar. “Fue una cama”, juran. En la vereda de enfrente atribuyen todo a “la incapacidad del gobernador para manejar la provincia”, y argumentan el alejamiento: “El ajuste que intentó aplicar Peralta no coincide con la política que Cristina representa y nosotros defendemos”, sostienen.
El futuro es poco claro. En un principio, Peralta había subordinado su continuidad a una señal clara de apoyo de CFK que nunca llegó. Con el pasar de los días, recompuso su gabinete y se sintió con las fuerzas suficientes para resistir. Una vez que pase el verano, deberá insistir con la ley de emergencia económica o alguna medida alternativa para poner en orden las cuentas. “No pudieron voltearlo y ahora está más fuerte”, aseguran cerca de su despacho.
Del otro lado no quieren hablar. Deslindan responsabilidades por los acontecimientos de diciembre, creen que Peralta generó la situación con sus propios errores y arriesgan que en cuanto termine el verano volverá a haber problemas. Y aseguran que podrá ocurrir pronto o más tarde, pero están preparados para gobernar la provincia.
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