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“Vamos a ver si se animan” a sostener la obediencia debida

Kirchner dedicó su almuerzo de ayer en El Calafate a las versiones sobre una maniobra de último momento para que la Corte refuerce la impunidad antes de que asuma. También marcó el domingo
en que tendría que haber recibido un aluvión de votos.

 Por Fernando Cibeira

Si Argentina fuera un país en el que las cosas sucedieran como en cualquier otro, ayer se hubiera hecho por primera vez en la historia un ballottage y tal vez recién hoy podría saberse el nombre del nuevo presidente. Néstor Kirchner se encargó de recordarlo. “Si hoy se estuviera votando, hubiera sacado el 70 y pico por ciento de los votos”, apuntó. Y aseguró que “la decisión del menemismo de no presentarse a votar es un claro intento de desestabilización institucional”. Pero aunque no hubo elecciones, Kirchner y su gente igual organizaron un festejo. Una caravana de un centenar de autos lo acompañó con banderas y tocando bocina desde su residencia en El Calafate hasta el aeropuerto, donde se subió al avión que lo llevó de vuelta a Río Gallegos. Allí, el Presidente electo seguirá puliendo el armado de su gabinete que presentará, mañana o pasado, en Buenos Aires.
“Con esa actitud desestabilizante lo único que hicieron fue impedir que la gente llegue a las urnas, pero la voluntad de la gente estaba”, insistió Kirchner en el día del ballottage que no fue. Una de las preocupaciones del Presidente es desbaratar la hipótesis que el renunciamiento de Carlos Menem dejó a su futura gestión con una marca de debilidad de nacimiento. “Quien dice eso no me conoce en lo más mínimo. No puede ser débil quien pasó por todo lo que yo tuve que pasar”, indicó, en referencia a su militancia en el peronismo durante la represión.
Luego de la visita –producción fotográfica incluida– al glaciar Perito Moreno del sábado, el futuro Presidente y su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, se quedaron un día más en la residencia que los gobernadores santacruceños tienen en El Calafate y es su lugar habitual de descanso. Kirchner, en realidad, continúa siendo gobernador sólo en los papeles: ya redactó su renuncia pero recién le será aceptada por la Legislatura provincial el miércoles, en una sesión especial. Quien quedará a cargo del Ejecutivo provincial será entonces Héctor “Chango” Icazuriaga, cuyo cargo actual es el de vicepresidente primero de la Legislatura. Icazuriaga se convirtió en virtual vicegobernador y heredero cuando quien ocupaba el cargo, Sergio Acevedo, renunció para convertirse en diputado. Ahora el gobernador será presidente, así que a Icazuriaga le tocará completar el mandato por los meses que le faltan.
Kirchner salió ayer de la residencia sólo para ir a almorzar a un restaurante sobre avenida Libertador, la muy tranquila calle principal de El Calafate. Además de Cristina e Icazuriaga, lo acompañó su hija Florencia. Uno de los temas que dominaron la comida fue una definición que le había dado el sábado en una entrevista a Página/12, acerca de que no negociará ningún pacto de impunidad con la Corte Suprema. La definición tenía que ver con las versiones que indican que el gobierno de Eduardo Duhalde buscaría que la Corte considere inválida la ley que declaró la nulidad de la Obediencia Debida y el Punto Final. “Si fuera como dicen, tendrían que firmar esa resolución el martes. Vamos a ver si se animan a hacerlo”, dijeron en el almuerzo.
En la cuadra que lo separaba de la residencia Kirchner debió demorarse lo suyo para saludar a la gente que se había reunido. La intendencia de El Calafate había convocado a “la población en general” a saludar al Presidente electo a partir de las 15 en el playón de estacionamiento de la hostería del ACA. La gente se emocionaba al saludar a Kirchner. Para los santacruceños es un motivo de orgullo que su gobernador sea el primer presidente argentino nacido en la Patagonia. “Fuerza”, le decían las señoras, muchas con sus hijos en brazos. Un hombre le contó que había apurado su vuelta desde Córdoba sólo para poder abrazarlo.
Desde ahí arrancó la caravana que lo acompañó los veinte kilómetros que debían recorrer hasta el aeropuerto internacional de El Calafate. Todavíanuevito, el aeropuerto es una de las obras con las que se promociona la administración Kirchner. Pese a que se trata de una villa turística de apenas 7 mil habitantes permanentes, la caravana fue extensa. Los autos se habían adornado con afiches y banderas, y algunos chicos se habían vestido con la camiseta de la Selección Argentina. No hubo discursos. Los Kirchner se bajaron de la cuatro por cuatro que utilizaron en su estadía, volvieron a saludar a la gente que los vivaba desde atrás del alambrado que rodea la pista y se subieron al Cessna de la gobernación.
En su análisis del triunfo electoral que no pudo concretar, Kirchner se refirió también al apoyo que recibió del presidente Eduardo Duhalde y del PJ bonaerense. Dijo que había hecho esa alianza para que su candidatura no quedara apenas en lo testimonial, que sin ese apoyo no hubiera obtenido más que “el 12 o el 14 por ciento” en la primera vuelta, en la que finalmente sacó el 22 por ciento. No obstante, admitió que la estructura del peronismo bonaerense “en algunos casos ha sido nefasta” pero que también “a veces demonizamos cosas que no son así”. Y destacó lo realizado por algunas intendencias como la de Hugo Curto en Tres de Febrero y la de Alberto Balestrini en La Matanza.
Y se volvió a Río Gallegos para terminar de armar el gabinete que ya tiene casi completo. Aunque jura y perjura que no hay argentino que pueda decir que le ofreció un ministerio, en su entorno confirman que los casilleros que faltan llenar son pocos y que, en su mayoría, los nombres no salen de los que están dando vueltas.

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