Domingo, 19 de mayo de 2013 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
Con la reelección de CFK en octubre de 2010 Videla perdió sus últimas esperanzas y comenzó a decir lo que siempre había callado. En los últimos años de su vida, en diversos reportajes, reconoció que:
– El gobierno justicialista les dio licencia para matar.
– La oposición radical apoyaba el golpe.
– La Iglesia Católica fue el imprescindible sustento dogmático, por la comprensión y amistad de sus jerarcas, y el consuelo cotidiano a los ejecutores por parte de los capellanes en todas las unidades.
– Los detenidos-desaparecidos fueron asesinados en forma clandestina.
– Los empresarios no sólo respaldaron a la dictadura. También pedían que mataran a otras diez mil personas.
De este modo, y con independencia de las intenciones de quienes lo entrevistaron, el jefe del gobierno que además de la carne humana torturó las mentes, al corromper las palabras con que se expresan (la más cruel dictadura pasó a ser un proceso de reorganización nacional; el jefe máximo de esa banda, un moderado; las personas secuestradas, torturadas y asesinadas, desaparecidos sin entidad ni existencia) realizó un aporte fundamental a la memoria histórica. Esta es una demostración adicional del efecto benéfico del proceso de justicia, que muchos, de buena o de mala fe, creyeron en algún momento opuesto al establecimiento de la verdad.
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