Domingo, 16 de febrero de 2014 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
Como si hubiera advertido la inconveniencia de escribir antes de pensar, esta vez Ceferino Reato se tomó cinco días para responder a mi segundo artículo sobre la autocrítica de Juan Gelman, que él desconocía, así como se le había olvidado o no había leído el prólogo del Nunca Más. De todos modos no entendió mucho, ya que me atribuye a mí la confusión que él tiene entre autocrítica y sacramento católico de la reconciliación. Lo único que agregó ahora fueron descalificaciones personales. Después de este intercambio está muy claro lo que cada uno piensa y no me arrogo las conclusiones, que quedan a cargo de quienes lo hayan leído. Me limitaré a precisar un dato falso sobre el que construye su argumento, cuando dice que me autocritiqué en silencio. Igual que Gelman, lo hice en los ámbitos de militancia correspondientes, con identificación de autor y asumiendo las consecuencias. Uno de esos documentos se publicó luego en el exterior mezclado con los de Walsh, a quien le fue atribuido por error, dado que apareció en una misma carpeta con los suyos. El error fue aclarado por la última mujer de Walsh, Lilia Ferreyra. La diferencia de criterio con la línea militarista que seguíamos, en detrimento de la acción política, figura como causa del cambio de encuadre que me propusieron, de miembro de la organización a militante en el frente de masas. Lo dijeron con una expresión más exacta que las de Reato: “Por falta de confianza en la conducción”.
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