EL PAíS
Reflexiones sobre la tarjeta
- Fortunato Malimacci, sociólogo: “El plan Jefes y Jefas de Hogar es una política social necesaria para los ciudadanos que no tienen ingresos. El primer criterio es que debería ser más universal que lo que es, llegar a todos los desocupados y no sólo los jefes de hogar. Sólo con la universalidad se puede terminar con el clientielismo. Dicho esto, creo que el otorgamiento de tarjetas puede ser un mecanismo que ayude a evitar la intermediación ya sea política, social o religiosa. Creo también que es necesario garantizar que se haga vía la banca pública, para evitar que los privados lucren con la pobreza de la gente. Habría que incluir, finalmente, un mecanismo para que los pequeños comerciantes no queden afuera, evitando que se concentre el consumo en los grandes supermercados”.
- Enrique Martínez, titular del INTI: “La tarjeta es un intento de dar transparencia a un sistema que se ha desarticulado y en muchos casos depende de un intermediario político. En términos prácticos imagino que la gente va a poder retirar una parte de dinero en efectivo, es algo necesario. Como aspecto negativo hay muchísimo comercio de pequeño tamaño, informal, que se vería muy afectado. En el INTI estamos lanzando un programa de autobastecimiento alimenticio, son 40 grupos que abarcan a unas mil familias. Eso nos permitió conocer en detalle cómo funciona la economía cotidiana en las zonas más carenciadas. En las zonas rurales el sistema de tarjeta es inviable, porque el proveedor más cercano con máquinas para tarjetas está 80 o 100 kilómetros de distancia. En zonas urbanas, mi impresión es que la gente adquiere materias primas para producir sus alimentos, en compras comunitarias. La tarjeta debería aplicarse a mayoristas. Es una situación compleja, achica el clientelismo, pero perjudica la economía local.