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El tributo de los guardiacárceles

 Por Horacio Cecchi

Mantener el silencio para que el negocio persista. Esa es la consigna. Presos y empleados la sufren en carne propia. Como todo lo que ocurre en un penal bonaerense, no cerrar la boca tiene su precio. Según relataron los dos guardias, los castigos están en relación a la molestia provocada. Si se trata de un simple acto de rebeldía de un guardia, unos días de arresto es la vara aconsejada. Si se trata de un carácter más díscolo, la calificación es el arma que se esgrime con mayor crudeza. Algo tan arbitrario como el concepto que el jefe tiene de su subalterno es clave: tres años continuados con servicio “regular”, o dos con “regular” seguido de uno como “inepto”, o dos “inepto” sucesivos significan la disponibilidad automática y luego el despido.
Hay perseguidos que durante años no tomaron sus vacaciones porque no se las concedieron. En sus legajos, sin embargo, figuran como tomadas. Sería fácil constatar el fraude comprobando que esos días estuvieron de servicio: debería figurar su entrada en el libro de ingresos. Si es que la hoja no fue arrancada.
La mecánica de las horas extra se siente en el bolsillo en forma directa. Representa alrededor de 300 pesos para un agente. El cupo ronda las 60 horas extra mensuales por empleado. El dinero se envía desde La Plata, pero la asignación depende de si el hombre está o no alineado. En general, salvo amigos, elites y sobrinas de jefes, no cobran más de 40, los que cobran.
El uniforme debería ser provisto. En el recibo de sueldo se agrega un importe de unos 80 pesos, bajo el rubro “manutención”. En la práctica muchos deben comprar el uniforme a proveedores externos con precios inflados. A los perseguidos les descuentan sumas que llegan a la mitad del importe por “manutención”. Otro rubro de presiones es la salud. Bajo el lema “a seguro se lo llevaron preso”, los castigados en disponibilidad no están cubiertos por las ART porque no están en servicio activo. En los legajos pueden aparecer descuentos por intervenciones quirúrgicas por accidentes. En muchos casos, además, esas intervenciones no fueron realizadas.

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