EL PAíS
Deuda, acreedores, diálogos, ofertas
–¿Cuál es su primera evaluación de las reuniones que se vienen desarrollando con los representantes de los acreedores privados?
–La primera impresión es buena. Se escucharon algunas cosas interesantes. Un grupo de acreedores italianos pidió una mejora del orden del 10 por ciento de Argentina, pero pidiendo también un aporte del 30 por ciento de los bancos italianos porque los consideran responsables. Un grupo alemán hizo mención a relacionar el pago de la deuda con el mejoramiento social de Argentina, lo que suscribimos con las dos manos. En todos los casos menos uno, tendrán luego una reunión con el Diálogo Argentino, como representante de la sociedad civil. Lo que se había comprometido, la secuencia de encuentros para la reestructuración, se cumplió. Siempre recalco que la de hoy (viernes 16) es la reunión número 61, desde mayo de 2002.
–En las 61 reuniones, ¿el gobierno argentino cambió en algo su parecer, adquirió información que no tenía?
–Ah sí, pero no sólo fruto de las reuniones. En la reunión número uno no estaba el trabajo que luego se hizo con Lazard Frers de identificar cuántos bonos, qué jurisdicciones legales, qué monedas... nada de eso estaba claro. En cada encuentro hubo un incremental informativo y analítico que uno compartía con los acreedores.
–¿La nueva oferta...?
–... estará en mayo o junio. Se sigue trabajando mucho en la idea de sustentabilidad. Va entrando la idea de que Argentina va a ir a una reestructuración sustentable y sostenible en el tiempo. No va a repetir lo de la década del ’90, especialmente a partir del ’95. Se ha avanzado en entender esa combinación que pusimos en el punto ocho de la carta de intención: capacidad de pago, ligada a su vez al crecimiento, a generación de nuevos empleos y a la reducción de la pobreza. En la reunión del G-20 de hace pocas semanas, no discutiendo el tema de Argentina sino el sistema financiero internacional, la palabra que dominó fue “sustentabilidad”. Lo cual lleva implícita esta idea: no rige más el viejo principio, “reestructuremos, reestructuremos, reestructuremos”. Cada vez la deuda aumentaba, las tasas de interés aumentaban, las exigencias también.
–¿Cambió la posición del G-7 respecto de la reestructuración sustentable?
–Quiero creer que la gente es consecuente y coherente. Ya dije, hace 20 días el centro del debate del G-20 era la sustentabilidad. Me pregunto ¿por qué eso, que es el criterio general para el futuro, no debería ser aplicable en Argentina?
–Bueno, en algún momento las exigencias para Argentina eran de mayor nivel...
–A mi juicio, ha habido ciertos cambios en entender la idea de que no se puede cambiar una regla y mantener todas las demás. No se puede cambiar solamente la regla de que no hay más plata pública internacional para salvatajes, para evitar el default y pagar a los acreedores privados. El caso argentino está ayudando a entenderlo... El procedimiento es distinto. El nivel de aceptabilidad es distinto. En la relación deuda-PBI que uno puede aceptar terminada, la reestructuración es distinta.
–En la lógica de los acreedores, ¿el crecimiento económico, el de los niveles de empleo no juegan en contra de mantener fija la propuesta original de Argentina?
–Usted sugiere que hay una cosa estática y que la realidad es dinámica. Pero la cosa dinámica ya la introdujo Argentina en Dubai, con los bonos ligados al crecimiento. Lo otro, lo que capta es el stock, inclusive el costo hundido. Para este stock de deuda, éste es el costo hundido con los acreedores, sí, como ha habido un costo hundido social. Ahora, la dinámica es distinta. ¿Cómo la capto? A través de algo ligado al crecimiento.
–¿Trabajaron algo con ese bono? ¿Va a ser un plus para todos? ¿Va a ser optativo?
–No está resuelto todavía, Hubo muchas conversaciones, que se reavivaron cuando se sumaron los bancos, pero no hay decisiones.