EL PAíS › PERFIL DE UN DIPLOMATICO ULTRACONSERVADOR

Noriega, el enemigo americano

No es cubano como creían muchos. Roger Noriega es estadounidense de segunda generación y sus abuelos llegaron desde México. Se hizo conocido en los círculos políticos de Washington como parte del equipo de asesores del senador ultraconservador Jesse Helms que en los años ’90, cuando lograron endurecer considerablemente la política de Estados Unidos hacia América Latina, particularmente Cuba, pero también México, Colombia y otros países involucrados en el narcotráfico. Noriega fue uno de los mentores de la polémica ley Helms-Burton que impulsó el reforzamiento del embargo contra Cuba.
Nació en Wichita, Kansas, en 1959, en una familia de ascendencia mexicana y habla bien el español, pero es un típico estadounidense conservador del Medio Oeste.
En julio de 2003 fue confirmado por el Senado estadounidense para ocuparse de los Asuntos Latinoamericanos en el Departamento de Estado. En aquel momento, el embajador argentino ante la OEA, Rodolfo Gil, calificó el nombramiento como “excelente” para la Argentina, porque afirmó que Noriega había seguido muy de cerca la evolución de la crisis económica de 2001. De hecho, Noriega había armado un encuentro entre el secretario de Estado Colin Powell y el entonces canciller argentino Carlos Ruckauf.
Pero con el gobierno de Néstor Kirchner la relación cambió totalmente. Un hecho que pudo verificarse el pasado enero, cuando Noriega habló en el influyente Consejo de las Américas, en Nueva York, y se quejó por el “giro a la izquierda” de Kirchner y dijo sentirse “decepcionado” con el canciller Bielsa porque había ido a Cuba y no había recibido a los disidentes. Bielsa dijo entonces sentirse “afectado y agraviado” por los dichos de Noriega. La presión del diplomático de George Bush estaba dirigida al cambio del voto argentino sobre Cuba en la ONU, pero consiguió el efecto contrario, Bielsa confirmó la abstención. Pocos días después de aquel entredicho, en la Cumbre de las Américas, en México, Noriega hizo lo posible por cruzarse con Kirchner en algún pasillo pero el presidente argentino siempre lo ignoró.

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