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“La encuesta no te da”

Por H.V.

Luego de ser informado por el ministro de Planificación, Julio De Vido, acerca de las negociaciones petroleras con Venezuela, a donde viajará el lunes, el ex senador Eduardo Duhalde introdujo en su diálogo del viernes con el presidente Néstor Kirchner la pugna que lo enfrenta por el control político de la provincia de Buenos Aires con el gobernador Felipe Solo. Duhalde se quejó por la supuesta ingratitud de los solipsistas y opinó que ni siquiera podrán formar una lista para enfrentarlo en elecciones internas. Kirchner escuchó en silencio. Las derivaciones de la puja bonaerense, en la que ambos bandos se acusan de malversar recursos públicos con fines políticos, le parecen repugnantes y no desea que lo contaminen. Kirchner ha dicho a varios interlocutores que él no empujó al gobernador para que enfrentara a Duhalde, pero ante algunos agregó divertido que tampoco lo disuadió. Se entiende: le bastó con un cuatro de copas para que Duhalde blandiera su as de bastos para espantarse los mosquitos en fiera actitud neanderthal. No parece su mejor perfil. Pero el gobernador niño también se metió sin ayuda en un problema del que no sabe cómo salir. El ex intendente de Lomas de Zamora le dará pelea en cada rincón de la provincia y se propone aplastarlo en una elección interna en la que Solo ya sabe que no tendrá el apoyo del gobierno nacional. Pero Duhalde también avanzó en una dirección errónea. Su decisión de convertir el encono profundo hacia el intendente de La Matanza, Alberto Balestrini, en un compromiso personal, lo hizo despertar de sus sueños bolivarianos en las alturas del Cusco, con el riesgo de terminar arando en el barro de Laferrere. La repetición de esos viciosos rituales, donde los motes de lealtad y traición se intercambian sin dificultad, aleja de la política a las personas normales. Y ni siquiera es seguro que sigan surtiendo el efecto que tuvieron contra Alberto Pierri. Duhalde ya no es el poderoso gobernador de Buenos Aires en campaña presidencial sino un senador jubilado, esposo de una diputada nacional con aspiraciones. Sus amanuenses informaron a la prensa sobre la eventual candidatura de Hilda González de Duhalde. Aquellos inquilinos de la Casa Rosada que algo han oído de una discusión entre los miembros de otro matrimonio acerca de las elecciones del 23 de octubre comentan con regocijo: “Nos solucionaría todos los problemas”. Atento a la gobernabilidad cotidiana, Kirchner estaría dispuesto a concederle alguna participación a Duhalde en el armado de la lista de candidatos justicialistas a senadores y diputados nacionales. Pero Cristina Fernández de Kirchner preferiría enfrentar al duhaldismo desde el Frente para la Victoria. Lo que ninguno de ellos concibe es enfrascarse con los Duhalde en una elección interna de un partido al que consideran algo peor que una cáscara vacía. “Hay batallas que no sirve ganar. Yo observo, frío como el ventisquero”, metaforiza Kirchner. Si Hilda González concretara su anuncio, el desenlace se diferiría para la elección general del 23 de octubre. “Duhalde no va a cometer ese error”, dice un dirigente ilustrado del conurbano, que cita a Francis Ford Coppola. En la escena final de su película La Conversación, el espía telefónico que interpreta Gene Hackman descubre con espanto que alguien lo está escuchando a él. “La encuesta no te da” es la frase con la que durante dos décadas Duhalde aniquiló muchas ilusiones. “Ahora no le da a él. La Señora no mide más de 11 puntos”, concluye el ex duhaldista, con un gesto que parece una sonrisa.

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