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Ricardo Jaime habló ayer por primera vez desde que estalló el escándalo por el contrabando de 60 kilos de cocaína a España. Y lo hizo para decir que no tenía “nada que responder” sobre el tema. Pero el secretario de Transporte sabe que está en la mira de todos y que si bien públicamente es respaldado por todo el Gabinete, puertas adentro su nombre es materia de “conversaciones”, como la que mantuvieron ayer Néstor Kirchner con su jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
“La Justicia es la que tiene que investigar. Por eso es que no he salido prácticamente en ningún medio”, defendió Jaime su bajo perfil. En sus raid mediáticos, los dos Fernández del gabinete salieron a defenderlo. Primero fue Aníbal. “No tendría por qué saber del caso”, se esmeró en explicar el ministro del Interior.
A su turno, lo propio hizo Alberto Fernández, aunque el jefe de Gabinete le puso el hombro a Jaime minimizando las denuncias que el radicalismo y el ARI presentaron en su contra. “Es un verdadero disparate”, señaló el hombre fuerte del Gobierno.
Según Fernández, “para muchos sirvió para tratar de politizarlo, e involucrarlo al Gobierno en un hecho del que es absolutamente ajeno. Acá muchos hablan porque es gratis”. La alusión fue a Elisa Carrió, quien involucró al embajador en España, Carlos Bettini, en el supuesto ocultamiento de la información (ver aparte).
Claro que tanta presión pública sobre Jaime obligó a que el tema fuera conversado una y otra vez en esferas oficiales. Incluso en la cumbre que anoche Kirchner mantuvo con Fernández, y a la que luego se agregaron el ministro de Defensa, José Pampuro, y el jefe de la Fuerza Aérea, Eduardo Schiaffino.
Aun así, nadie cree que a Jaime le suelten la mano. No cuando no existe medida judicial en su contra y mucho menos en medio de las presiones políticas y mediáticas en ese sentido. Sin embargo, una alta fuente oficial dijo que el Gobierno está “atento” –ésa fue la palabra que utilizó– al tema.