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Hay que reprimir. ¡Sí, mi coronel! Hay que robar. ¡Sí, mi teniente! Hay que torturar. ¡Sí, mi comandante! Hay que hacer desaparecer. ¡Sí, mi general!
Quienes dieron tales órdenes y quienes las obedecieron demostraron hasta dónde la barbarie se introdujo en sus mentes. Se escudaron en la disciplina militar que exigía obediencia, subordinación y valor para servir a la muerte.
Hoy celebramos que las leyes mal llamadas del perdón y bien llamadas de la impunidad han caído de sus tronos. Punto final y obediencia debida. ¡Nunca más!
Hoy celebramos que la ley y el derecho han roto el poder que intentó levantar un fuerte muro a la verdad, la justicia y a la dignidad humana.
Hoy celebramos que se abre el telón detrás del que se escondían quienes sirvieron a la macabra tarea de enlutar a miles de familias que todavía se preguntan ¿dónde están nuestros seres queridos? Necesitamos conocer sus destinos y ponerles una flor.
Hoy celebramos que somos un poco más dignos,
más honestos,
más verdaderos,
más limpios.
Pero también este día anticipa un gran desafío especialmente para los hombres y mujeres comprometidos con la Ley, el Derecho y la Vida.
Pero cuidado: el desafío es también para todos nosotros porque habrá quienes querrán poner tropiezos en ese camino, piedras para que sea difícil caminar.
Todos somos responsables de limpiar el camino para que la Justicia corra con libertad.
Muchas cosas deben pasar todavía en nuestro país para que podamos celebrar un estado de derecho con trabajo, pan en las mesas, educación, oportunidades y salud para todos, entre tanto hoy celebramos este significativo día cuando se ha puesto punto final a la impunidad.

* Copresidente APDH