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La banca como botín

Por Vilma Ibarra*

El abandono de la banca por la senadora radical Amanda Isidori, para que el Gobierno obtuviera la derogación de la Ley de Subversión Económica, patentiza algunas cuestiones del funcionamiento de los partidos políticos que clarifican por qué la gente asocia política con reparto de cargos, hipocresía y mentira, y por qué se afirma que muchos representantes se autonomizan de sus votantes. Isidori dijo que se iba del recinto por “gratitud” al gobernador Verani ya que era a él a quien debía su banca. Imaginémonos cómo deben sentirse los rionegrinos que la votaron, pensando, ingenuamente, que sería a ellos a quienes representaría. Luego, el presidente del bloque radical mostró su indignación por esa actitud y dijo sentirse “asqueado”. Lo que no lo asqueó es que la UCR (con siete encomiables disidencias) prestó el quórum y los 2/3 de los votos para la habilitación sobre tablas del tema, dando la ayuda imprescindible para la derogación. Eso sí, en el discurso declamó estar en contra de esa derogación. Pero sin el apoyo del bloque radical, el PJ hubiese necesitado tres “Isidoris” para obtener quórum y derogar la norma. El otro senador rionegrino dijo reconocer “el enorme gesto” de su correligionaria, pero para salvarse del incendio, no la imitó. Y finalmente el presidente del bloque del PJ (donde también hubo 8 encomiables disidencias) felicitó a Isidori porque “nos ha dado una lección de militancia y lealtad, porque llegó acá, como ella misma lo dijo, por su gobernador”. Y así estamos. La banca, parece, debe ser digitada por el dedo que colocó al candidato. La gente que lo vota, bien gracias. Y por supuesto, la banca es para algunos una suerte de botín, de “propiedad privada”. Entonces no votan por los compromisos asumidos electoralmente, sino por lealtades personales, o por afectos o gratitud, o conveniencia; cuando no se sospecha –ley de reforma laboral mediante– de estímulos ilegales. Como vivimos épocas de alto desprestigio de los políticos, muchos dirigentes buscan el beneplácito de religiosos respetados, recorren iglesias y adhieren fervorosamente a los sermones de los curas. Ninguno parece haber escuchado sinceramente al cardenal Bergoglio. El sí, enalteciendo la política, dijo que ésta debe ser “un acto de servicio al prójimo”. No dijo: al dedo que puso al candidato en la lista. Dijo: al prójimo.
En estos días aparecieron los reaccionarios de siempre que, montados en la conducta de Isidori, atacan el cupo femenino y quieren hacer retroceder las conquistas obtenidas por las mujeres para participar y decidir en la vida pública. Que no nos confundan por favor. Entre los siete disidentes radicales hubo tres mujeres; entre los ocho justicialistas tres también representan la capacidad de lucha de nuestro género. Y de los cuatro integrantes de los partidos minoritarios que resistimos la derogación, tres somos mujeres. No olvidemos que Isidori-mujer dijo ser leal al bochornoso dedo de Verani-varón.

* Senadora nacional-Frente Grande.

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