Sábado, 15 de abril de 2006 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Gustavo Duch Guillot *
Ence (Empresa Nacional de Celulosa Española) es la empresa forestal más importante de Europa del Sur y actualmente líder europeo de producción de celulosa y segundo productor mundial. El pasado 5 de abril se conoció que Ence tiene nuevos accionistas mayoritarios, los primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer (popularmente conocidos como los Albertos). Han adquirido a través del grupo Alcor Holding (entidad controlada 100 por ciento por ambos primos) la mitad de las acciones vendidas por Bankinter. Tras la compra, el grupo Alcor pasa a tener un 12,5 por ciento de las acciones, desbancando así a la banca gallega que había controlado durante toda su historia como empresa privada la entidad. Los Albertos son conocidos popularmente por su boda, y posterior divorcio, con las hermanas Koplovitz. En los ámbitos financieros son lamentablemente famosos por haber cometido una de las mayores estafas en España, el conocido como caso Urbanor por el que fueron condenados a tres años y cuatro meses de prisión por estafa de más de 240 millones de euros y falsedad en documento mercantil.
Ence está llevando a cabo una práctica habitual de algunas empresas de los países ricos: instalar sus retretes en los países del Sur. Como ustedes saben, tiene previsto poner en marcha una gran papelera a orillas del río Uruguay, cuya producción será exportada íntegramente al mercado europeo. Como en Pontevedra, los habitantes de ambas márgenes temen, lógicamente, que la producción de pulpa de papel cause una severa degradación ambiental y problemas de salud a las comunidades locales, y que perjudique la actividad económica local.
Las regulaciones que existen en nuestros países europeos encarecen y dificultan mucho la implantación de las industrias más contaminantes como la elaboración de pasta de celulosa, la producción de aluminio, la minería a cielo abierto o las producciones agrícolas intensivas. La solución es endosar estos problemas a otras sociedades, disfrazados de progreso, de industrialización y generación de puestos de trabajo. Puros eufemismos.
Además será un proyecto caro para todos los ciudadanos españoles, pues se ha aprobado destinar a la fábrica de celulosa más de 300 millones de dólares de dinero público español a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), que es el organismo financiero público del Estado español responsable de hacer efectivos los créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD). Luego lo llamarán “ayuda al desarrollo”. Pero además, según un informe interno, ICO ha solicitado una cobertura para el préstamo otorgado a la filial de Ence en Uruguay a la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce) para que asegure esta operación utilizando fondos públicos.
Somos muchos los ciudadanos españoles contrarios a estas políticas económicas de nuestros gobiernos neoliberales y queremos que nuestras hermanas y hermanos argentinos lo sepan. Existe una campaña en marcha para conseguir que Ence no reciba el apoyo de Cesce y el ICO para su proyecto de celulosa en Uruguay (consultar www.debtwatch.org).
La financiación española de este megaproyecto generaría una deuda externa ilegítima si consideráramos el rechazo social de las comunidades afectadas y las repercusiones ecológicas. Lo que se conoce ya como Deuda Ecológica: la deuda contraída por las empresas de países ricos con los ciudadanos de los países del Sur al contabilizar los impactos ambientales que generan y no compensan. En fin, como dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano, la actual división del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y a otros los especializamos en perder.
* Director de Veterinarios sin Fronteras, España.
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