Al igual que en Misiones, un importante aparato de remises y combis se desplegó para llevar a los votantes hasta las escuelas. Cada auto estaba prolijamente identificado con un cartel en el parabrisas: “FT” decían los del Frente de Todos, los del Frente Social para la Victoria tenían una K en la que se dibujaba la silueta de la Argentina, los de Barrios de Pie portaban un yacaré –por el reclamo de los Esteros del Iberá– mientras que los del Partido Nuevo eran naranjas. Los vehículos, sin embargo, cargaban con pocas personas. Sea por el verano o sea por el carnaval, la concurrencia pareció algo escasa.

Mientras completaba en una planilla de asistencia con los nombres de los que había traído, Humberto explicó: “Nos pagan 150 pesos más el vale de nafta. Yo soy apolítico. Tengo el remise y si me pagan, voy”. Las combis recibían 270 pesos. Pero tenían poco trabajo. Por la mañana, en las escuelas las colas ante las urnas eran escuetas, en un clima de desinterés por la elección. Por la tarde, la concurrencia remontó (sobre todo al final de la siesta correntina, cuando los remises trabajaron a toda velocidad), pero el clima de apatía continuó.

“La verdad, yo vengo a votar porque no me queda otra”, comentó Emilio, de 25 años y de familia radical. Lo votó a Colombi por mandato paterno. “Mientras digan que la reelección es por cuatro años, está todo bien. Pero que después no me vengan con que otra reelección y me quedo para siempre”, se atajó a la salida de la escuela Manuel Belgrano, donde habitualmente votaba el ex gobernador Raúl “Tato” Romero Feris, quien esta vez viajó lejos de los comicios y de las causas judiciales que lo persiguen.

“Me parece injusto cortarle a Colombi la opción de reelección si hace las cosas bien. No significa darle ni un cheque en blanco ni la reelección automática”, advirtió, por su parte, Ariel, de 31 años.

Entre las columnas romanas del patio de la escuela Manuel Belgrano, apareció con paso lento Máximo, de 98 años, peinado a la gomina y con un traje beige. “Yo voté por la prudencia y contra los excesos y abusos que muchas veces surgen por los deseos personales de los que quieren acaparar el poder”, aseguró. En sus frases se mezclaban palabras del guaraní, del que –aseguró– hizo el primer diccionario. “La reelección podría ser un exceso y tal vez los sacerdotes están en contra de eso”, dijo el anciano.

“La gente no está muy interesada, le interesa más el carnaval”, apuntó María Emilia, 23 años, estudiante de Historia, cuando salía de la Escuela del Centenario. “Está la dinastía Colombi y sus deseos de reelección. Yo no entiendo mucho, pero primero viene un primo. Después el otro primo. Igual yo voté en blanco. Total, un voto más, un voto menos, no hace la diferencia”, descartó.