Lunes, 9 de abril de 2007 | Hoy
Por Cristian Alarcón
Hasta que dos fuentes judiciales se lo confirmaron a Página/12, la versión de que uno de los supuestos líderes narcos del Bajo Flores, Marco Antonio Estrada González, había estado detenido durante el 2006 en la comisaría 38ª por infracción a la ley 23737, de drogas, por consumo de cocaína, era difícil de creer. ¿Por qué un hombre que ya estuvo preso por formar parte de una asociación ilícita dedicada al narcotráfico y la eliminación de enemigos de su negocio podría caminar por la zona en la que más se lo conoce con papelitos en el bolsillo? Pero la versión era cierta: una fuente judicial afirmó que esa detención fue realizada por el comisario Guillermo Sodini, el actual titular de la 38ª, y en la causa por consumo intervino la jueza María Romilda Servini de Cubría, que como no hubo más que unos gramos de la sustancia debió dejarlo en libertad casi enseguida.
Marcos, como lo conocen en las manzanas que controla su gente en la 1.11.14, no tiene pedido de captura. Puede caminar por donde se le antoje. Lo investigan, pero por el momento nada amenaza su libertad. Más allá de la simpatía que muchos vecinos tienen por su figura de generoso rufián que resuelve problemas entre los más cercanos de su territorio, lo cierto es que a Marcos no se lo ve hace meses en la villa. Las especulaciones de los vecinos y las de la propia policía siempre van de una quinta en el Gran Buenos Aires a Paraguay, Perú o Bolivia. La fuente judicial que confirmó su breve y sorprendente detención cree que no fue casual. “Es una forma conocida de lavar a alguien por algo grande –sostuvo–. Lo detengo por algo menor, descarto que tenga un pedido de detención, y como sé que la jueza lo va a dejar en libertad, tengo una excusa cuando se me cuestione por no investigar a los narcos en mi jurisdicción”.
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