EL PAíS › QUE ESPERAN LOS ECONOMISTAS QUE HAGA WASHINGTON

Error del Norte que paga el Sur

 Por Cledis Candelaresi

Hasta los economistas más emparentados con el modelo económico que cuestionó el Presidente reconocen ahora que Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional cometieron gruesos errores al tratar la crisis argentina, empezando por minimizar su efecto destructivo sobre las economías vecinas. Tan equivocada fue la estrategia de Washington, que los descalabros financieros en Sudamérica podrían volvérseles en contra, propiciando la llegada de esos gobiernos “populistas” que en el Norte tanto preocupan. Aun así, difícilmente el FMI abra su mano con generosidad, perdonando el gran pecado cometido por Buenos Aires, Brasilia y Montevideo: desde 1998, las tres naciones acumularon un déficit fiscal conjunto de 250 mil millones de dólares.
El cálculo surge del último informe de coyuntura del Ieral y bien podría ser utilizado por la administración de George Bush para retacear la ayuda financiera que clama la región, acusándola de derroche. El Fondo y el Departamento de Estado cometieron gruesos errores de diagnóstico, entre ellos, al pensar que el argentino sería un caso aislado. Si bien es cierto que por ahora el contagio se circunscribe a países con debilidades, el impacto es innegable. Por lo que los técnicos llaman “efecto demostración”, los depositantes uruguayos se embarcaron en una corrida tan frenética como la Argentina, del mismo modo que los inversores liquidan sus posiciones en títulos de Brasil.
Uno y otro tienen problemas que los hicieron más vulnerables, por ejemplo, que Chile. Uruguay es constitucionalmente débil, comercialmente muy dependiente de sus socios del Mercosur y con un sistema financiero endeble, entre otras cosas porque el grueso de sus depósitos está en dólares y en gran parte pertenece a argentinos. Brasil tiene una fortísima deuda, que si bien en su mayor parte está en reales, se ajusta por el tipo de cambio. Era casi un hecho que el cordón sanitario no podría sostenerse.
Estados Unidos y el FMI no sólo equivocaron su apreciación. Con su afán de propinar un escarmiento a la deficiente administración argentina y negarle el auxilio financiero, aun en el medio de su debacle, abonaron el terreno para que el mal se propague. “Washington mandó una señal de alerta: si el prestamista de última instancia dejó que se incendie un país, ahora ante la amenaza de fuego hay que salir corriendo”, razona Gabriel Casaburi, economista del Ieral.
Fabio Rodríguez, de la Fundación Capital, también identifica otros errores cometidos por Washington, entre ellos el de haber casi clausurado sus fronteras a los productos de la región. “Pregonan más apertura comercial y ellos cierran sus mercados. Las divisas de las exportaciones que no fueron podrían haberse utilizado para paliar la pobreza y disminuir el endeudamiento”, sostiene el economista liberal.
Lejos de hacer un mea culpa, es posible que el Fondo insista en su estrategia de premios y castigos y dé a los países limítrofes el dinero que negó a la Argentina, donde el default fue aplaudido. Previsiblemente, será una ayuda modesta y en cuentagotas. Al FMI poco le seduce correr el riesgo de prestar a países con grandes brechas fiscales y menos a uno donde un nuevo gobierno (presumiblemente el de Lula), hastiado del modelo neoliberal, podría disponer el no pago de la deuda.

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