El ascensor, Messi y el lustrador

Los brasileños entraron al hotel para registrarse. Uno llevaba la camiseta argentina con el número 18 y el apellido de Lionel Messi en la espalda. “¿Ese forma parte de la comitiva?”, preguntó con sorna un corresponsal asignado a Brasil desde hace mucho tiempo. El brasileño con la camiseta oficial Adidas encaró con su familia para los ascensores. Quiso tomar el más cercano, pero un botones vestido de negro estaba trabando la puerta con el pie. El brasileño no lo sabía, el ascensor estaba reservado para que la presidenta electa de la Argentina pudiera subir rápido a su habitación. Cuando el fanático de Messi desapareció del lobby, los periodistas argentinos se entretuvieron con otro invento: un lustrador eléctrico de zapatos que estaba al costado de la puerta principal. Los zapatitos lustrados luego caminaron nerviosos para tratar de lograr una frase de Cristina Kirchner. Ahí no hubo tanto brillo.

Good bye, Hugo

La revista estaba en todos los cuartos del hotel Kubitschek, en honor al presidente que ideó e inauguró la capital brasileña, Juscelino Kubitschek. En la portada se veía la caricatura del rey Juan Carlos con el índice en ristre; abajo, disminuido y con cara de enojado, Hugo Chávez. En Brasil, casi toda la clase política parece contenta con el episodio del “¡Por qué no te callas!”. Y la relación de Chávez con Lula no parece estar en su mejor momento, como lo demuestra la advertencia del presidente de Petrobras, José Gabrielli, de que la empresa estatal no participará en la exploración conjunta con Pdvsa en la faja del Orinoco. Para peor, la cadena Telesur cerró sus oficinas en Brasilia: en lo que parecía un claro alineamiento con sus dirigentes, un grupo de periodistas brasileños casi que festejaba la partida de la CNN bolivariana.