El acuerdo del ex presidente Néstor Kirchner con el ex ministro Roberto Lavagna reavivó la crisis interna del radicalismo que, es de imaginar, no se cerrará así no más. El vicepresidente Julio Cobos volvió a pedirle al titular de la UCR, Gerardo Morales, que deje el cargo, porque “ya no tiene representatividad”. El segundo de Morales en el Comité Nacional, José Cano, le respondió que “mal pueden opinar de la UCR quienes decidieron formar parte del Frente para la Victoria, la caradurez y la hipocresía en la Argentina no tiene límites”.

Hablar de crisis en el radicalismo no es noticia, en una fuerza que no logra recomponerse desde que Fernando de la Rúa abandonó la presidencia a fines de 2001. Pero en esta ocasión la división podría considerarse aún más profunda, dado que lo está en juego es si el radicalismo continúa como fuerza opositora o si se suma al oficialismo.

Cobos está jugado a la estrategia de conseguir la conducción partidaria al frente de los radicales K por más que ayer, consultado sobre esta posibilidad, la negó. El vicepresidente volvió a criticar a Morales por la “metodología de expulsión” de los dirigentes que no aceptan los mandatos que bajan desde la cúpula del partido. “Merecería un cambio de actitud. Como no cambia, no hay autocrítica, creo que la representatividad ya no la tiene”, sostuvo.

El miércoles pasado, en una entrevista con Página/12, Cobos ya había pedido “un paso al costado” de Morales. El jefe radical respondió entonces que sólo lo sacarían de su cargo “con los pies para adelante”.

Desde el Gobierno, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, salió a apoyar la movida de Cobos al sostener que la cúpula radical debía tener “un poco de amplitud” para actualizarse “como lo está haciendo el justicialismo”. La ilusión del oficialismo es que los radicales K consigan que la UCR oficial termine sumándose al Frente para la Victoria.

Por estos días se supo que dos históricos operadores del radicalismo, Enrique “Coti” Nosiglia y Rafael Pascual, habían iniciado conversaciones tendientes a arrimar de nuevo a los K –los cuatro gobernadores de filiación radical se dicen kirchneristas– a las filas del partido. Este sector del radicalismo, que sería cercano al sentir del ex presidente Raúl Alfonsín, está en desacuerdo con la “tarjeta roja” que Morales invariablemente saca a quienes se alían al kirchnerismo.

El presidente radical se enojó por estas negociaciones iniciadas a sus espaldas. En su misma línea, Cano, vicepresidente del Comité Nacional de la UCR, sostuvo que Cobos “debería formalizar su pase al kirchnerismo, antes de seguir hablando de la UCR, porque carece de conducta y principios” y prosiguió con las acusaciones: “La única militancia que reconoce es la de la billetera”.