ESPECIALES

Breves

Mundar

La invitación remitía al porteño bar L´O, por donde ya habían resonado voces y pensamientos de José Nun, Raúl Zaffaroni o Maristella Svampa. Pero, esta vez, la propuesta de Café Cultura difería.

Un bar, enorme, convertido en teatro, con un despliegue de luces y sonido que permitía creerlo.

Al ras del piso, en un escenario imaginario y cerca del público, la actriz y su guitarrista, que traducía en efecto sonoro cada instante dramático, cada mueca solemne. Esa noche, la obra, basada en poemas de Juan Gelman, era Mundar.

“Flaco, ¿no me podés cortar la chicharra del estacionamiento hasta las diez? Hoy tenemos teatro en el bar, y desde adentro el timbre se escucha, distrae”, pidieron los organizadores del encuentro en el garaje de enfrente. Claro que sí. Por esas dos horas que duró la función extraordinaria, los muchachos pusieron un empleado en la puerta.

Esa noche, actuaba Cristina Banegas.

Rodolfo Mederos:
Memorias de bandoneón

El 2x4 de antaño, la vanguardia tanguera que le siguió, la experimentación, el último encuentro con Osvaldo Pugliese en 1985, de cuya orquesta se había alejado años atrás, la necesidad de enseñar y de transmitir el tango… memorias de bandoneón que, en clave biográfica, el compositor y arreglador Rodolfo Mederos compartió con el público en el Centro Cultural El Zaguán del Sur, de Buenos Aires, tal como lo había hecho en distintos Cafés Cultura por el país.

“Si bien Pugliese me había dado el rol de arreglador en la orquesta, yo escribía mucho, y él borraba”. Risas.

Una hora y media después, la palabra se transforma en música. Suenan Adiós, Nonino, de Astor Piazzolla; Nunca tuvo novio, de Enrique Cadícamo; y una milonga tradicional. “A bailar”, llama Mederos.

Poemas y tangos de autor

Con el relato de cómo había conocido a Homero Manzi, amigo de juventud, Juan “Tata” Cedrón estrenó su participación en los Cafés Cultura de Buenos Aires.

En una locación inmejorable a los fines de la historia –el Centro Mutual Homero Manzi–, el cantor y guitarrista encabezó un espectáculo basado en poemas del fundador de Forja que datan de la década del ’40, varios de ellos, desconocidos y por él musicalizados.

Cada obra daba pie a rememorar aquella Buenos Aires, la bohemia, el adoquín, las calles de barro, el paisaje de Barracas, Pompeya o Boedo. Justamente, el texto vuelto milonga En un corralón de Barracas fue uno de los más de diez temas que el “Tata” interpretó para el público que colmaba el bar. Había muchos jóvenes admiradores; era una linda noche de sábado en la ciudad.

Mariana Baraj:
A puro folklore

Tres fueron los bises que la folklorista ofreció a pedido del público, insistente, que colmaba el Centro Cultural El Zaguán del Sur. Medio centenar de personas sentadas y otras cincuenta de pie los escucharon con deleite. Muchos de ellos, jóvenes. Sobre el escenario imaginario, acompañaban a Mariana Baraj su bajista y su guitarrista; los tres cantaban.

La artista, que recorrió varias provincias como animadora de los Cafés Cultura, también encontró el momento para transmitir su experiencia en este “espacio mágico de encuentro”, según lo definió.

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