ESPECTáCULOS

“Queremos continuar a Troilo y Grela, no hacer una imitación”

Esta noche, Julio Pane y Juanjo Domínguez exhibirán en escena su productiva asociación artística, un homenaje a los tangos de su infancia. Es un espectáculo pensado, dicen, “como dos músicos que se ponen a tocar en un patio, sólo para disfrutar”.

 Por Karina Micheletto

Se definen como tangueros de la vieja guardia, de los que respiran tango desde pibes. Aunque en esa época Julio Pane hubiese preferido tocar la guitarra, y a Juanjo Domínguez le hubiera gustado estudiar bandoneón, pero en su casa no había plata para comprar uno. Pane siguió escuchando a su padre Francisco y a su tío Vicente como un ritual, y con almohadas y tarros de aluminio urdió sus primeros bandoneones. Pane se convirtió en el primer bandoneón de la Orquesta de Tango de Buenos Aires, y Domínguez en uno de los más importantes guitarristas del tango. Hoy a las 21, cuando se encuentren en el ND/Ateneo para presentar su disco Un placer, ambos recordarán esa infancia en la que admiraban los instrumentos a los que no estaban destinados, pero también a otro dúo de guitarra y bandoneón, el de Troilo y Grela. “Continuamos la tradición de Troilo y Grela, pero no los imitamos”, aclara Pane a Página/12.
Músicos de familia de músicos y amigos de larga data, Pane y Domínguez tocaron juntos en forma intermitente durante los últimos veinte años, pero esta es la primera vez que encaran un trabajo en común. Cada uno sabe cómo toca el otro, se conocen las mañas y marcas personales. Por eso no precisan de largas semanas de ensayos: pueden darse el lujo de grabar un excelente disco sin encuentros previos, en una sola tarde de estudio, guiados por el espíritu de improvisación. “Las fiestas que no se organizan son las que mejor salen”, sugiere Domínguez, y ese es el espíritu que plasmaron en clásicos como “Berretín”, “Amurado” y “El día que me quieras”, entre otros. Y el que prometen llevar hoy a escena: “Puede que hagamos los mismos temas, pero no nos vamos a acordar de lo que hicimos en el disco, va a salir otra cosa. Lo nuestro es tocar a la parrilla. Son lujos que a esta altura nos podemos dar”, advierte el guitarrista. “La improvisación no es algo que solamente le pertenezca al jazz, es lo que hacían nuestros primeros maestros de tango, los músicos que fundaron un género guiándose sólo por la estrella de la improvisación”, explica Pane. “Por algo el jazz y el tango son los géneros más importantes del siglo veinte”, concluye.
–¿Por qué hicieron un disco recién ahora?
J. D.: –Se dieron las posibilidades, las ganas venían desde hace años. Lo decidimos porque llegó el momento en que podemos decidir, pasó el tiempo en el que las compañías indicaban lo que había que hacer. Fue un momento anhelado que por fin llegó.
J. P.: –Cada uno sabe cómo toca el otro. De no haberlo sabido, ni Juanjo ni yo nos hubiéramos metido.
–¿Sienten como un peso la comparación con Troilo y Grela?
J. P.: –No, no está mal, es un punto de partida importante. Yo no creo en la generación espontánea, todos venimos de algún lado. Nosotros venimos, entre otros, de Troilo y Grela, y estamos detrás de su continuidad, pero no de su imitación. Por eso es una satisfacción escuchar gente que te dice: “Nos hacen recordar a Troilo y Grela, pero ustedes lo hacen de tal forma, le ponen tal cosa”. En ningún momento sale la cuestión del cliché o la copia, las diferencias están marcadas, para mejor o peor.
–¿Cómo definirían lo suyo?
J. P.: –Como si se juntaran un guitarrista y un bandoneonista en un patio y se tocaran los tangos que más quieren, para disfrutar entre ellos.
J. D.: –O como cuando te sacan una foto sorpresa. No se buscó la perfección, sino mostrar lo que podemos hacer juntos. Lo nuestro es sin pose pero auténtico. Y también quisimos que sea un reconocimiento a un repertorio. Elegimos hacer los tangos que escuchábamos de pibes, los de las raíces. Y hacerlo como pensamos que tiene que ser el tango.
–¿Y cómo piensan que debe ser?
J. P.: –El tango tiene que ser cabrero. Sin eso no existe como género, o existe pero sin gusto. El tango es cabrero porque arrastra la herencia de los inmigrantes, que llegaron escuchando cuentos de que estaban las calles empedradas en oro. Y los hijos de esos tanos y gallegos crecieron sabiendo que no tenían las oportunidades prometidas. Por eso en el tango está la rebelión. Por eso surgió acá, a pesar de que hubiera sido más lógico que el bandoneón, un invento alemán, se desarrollase en Italia, por ejemplo. Y por eso tiene tristeza, como el jazz. No hay género profundo sin tristeza, con diferentes colores, una tristeza gris o de negro profundo. Después... que si Grela/Federico, que si Grela/ Troilo... qué más da. Te puede gustar más el cabernet o el sauvignon. Lo importante es que te guste el tango, no si te gusta más Gardel u otro. Pero no me nieguen a Gardel, porque se pudre todo.

Compartir: 

Twitter

Pane y Domínguez, dos instrumentistas notables del tango, acaban de editar “Un placer”, su disco a dúo.
“No se buscó la perfección, sino mostrar lo que podemos hacer juntos: sin pose, pero auténtico”, dicen.
 
ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.