UNIVERSIDAD
El sistema educativo que expulsa a sus estudiantes
Especialistas en educación coincidieron en que la desarticulación entre la escuela y la universidad alimenta la deserción.
Por Javier Lorca
El sistema educativo argentino está desarticulado, no hay un sistema integrado: ergo, no existe un sistema de educación. ¿Quiénes pagan las consecuencias? Los estudiantes, con una deserción que se multiplica en los primeros años de la secundaria y de la universidad. Esa fue una de las convicciones medulares que atravesaron ayer la apertura de las jornadas de “Articulación entre escuela media y universidad”, organizadas por el Ciclo Básico Común de la UBA y la Secretaría de Educación porteña. Otro eje del encuentro fue la alerta encendida por las falencias formativas que arrastran los alumnos: “¿Cuántos libros completos leyeron en su vida?, les preguntamos a los chicos cuando entran al CBC. La respuesta mayoritaria es `ninguno’ –relató el secretario académico del ciclo, Eduardo Laplagne–. Y el problema es que la expectativa de la universidad es no sólo que el estudiante lea, sino que aprenda leyendo.”
En la sede Drago del CBC, las jornadas, que concluirán hoy, contaron ayer con la participación del rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, el secretario de Educación Daniel Filmus y diversos especialistas, además del jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra.
“Uno de los problemas más serios del sistema educativo argentino es la desarticulación”, abrió el juego Filmus, quien distinguió entre una desarticulación horizontal (“nuestro sistema educativo no es uno, sino muchos”: provinciales, municipales) y una vertical (división entre niveles inicial, primario, medio, superior: “Esto provoca que los fracasos se le adjudiquen al nivel anterior... En la primaria ya se escucha a los maestros quejarse por cómo llegan los chicos del jardín”). Filmus advirtió sobre los efectos que genera el desorden del sistema: “De la primaria a la secundaria se da un pasaje del 107 por ciento de los alumnos (la cifra se debe al ingreso de chicos provenientes del Gran Buenos Aires). Pero el 20 por ciento abandona en el primer año del secundario. Y en la universidad es igual. Entre el 40 y el 50 por ciento de los alumnos se pierde en los primeros dos años. Es un crimen que haya chicos que abandonan sus estudios por esta desarticulación”.
El director del CBC, Alberto Fernández, se sumó: “No hay un sistema educativo integrado, por lo que no hay un sistema educativo”. También alertó que los alumnos llegan a la universidad “con dificultades para comprender textos, con problemas para desarrollar un pensamiento lógico y comprender procesos históricos”. Más tarde, el secretario Laplagne agregó que “los estudiantes que llegan al CBC no tienen una actitud razonable frente al estudio. No se sienten responsables y partícipes del proceso de aprendizaje. Creen que no aprenden por culpa del docente. Pero las escuelas son muy heterogéneas y eso se nota en las condiciones en que llegan los alumnos”.
Asumiendo esas carencias, el rector Jaim Etcheverry reivindicó la necesidad de recuperar la esencia educativa de la universidad: “No hablaría de transición, ni de niveles, sino de un continuo educativo. Un profesor universitario hace lo mismo que un maestro. La función esencial de la universidad es dar herramientas para comprender la realidad. Por eso es fundamental vincularla con las distintas etapas educativas. ¿Qué pretende la universidad de la escuela?”, se preguntó. “Muy sencillo. Que los jóvenes entiendan lo que leen, que sean capaces de realizar simples tareas de abstracción, de tener una noción del tiempo y el espacio. ¿Cuál es el objetivo de la universidad? A mí me gustaría que, cuando termine su carrera, el estudiante haya terminado de leer un libro que no sea de su disciplina, eso sé que lo va a leer en fotocopias.” El rector cerró su intervención destacando su compromiso de trabajar con ese fin. “Claro, eso lo decía antes de convertirme en gerente de un hotel de tres estrellas”, bromeó. Su referencia a la toma del Rectorado hizo reír al centenar de profesores y docentes que escuchó, ayer a la mañana, la apertura de las jornadas. Poco después, con expertos en educación y funcionarios, comenzó una conferencia sobre “La excelencia académica y la contención: los nuevos escenarios en la transición de la escuela media a la universidad”. La directora de Flacso, Guillermina Tiramonti, describió un doble proceso de desinstitucionalización y fragmentación que afecta a la escuela. Luego, planteó: “¿Cómo piensan su futuro los chicos de 5º año? Casi todos piensan seguir estudiando. Pero los que pertenecen a sectores medios son los únicos capaces de planificar su futuro, de hacer un análisis que tenga en cuenta su gratificación y la viabilidad. Para los demás chicos, el proceso de individualización es una confrontación con la nada. Los de sectores más altos no tienen incertidumbre y tienen trayectorias ya estructuradas. Y los de sectores más bajos no tienen ningún elemento para construir un futuro. Los padres, docentes y alumnos de sectores más altos y más bajos están preocupados por la anomia, por que los chicos se salgan de la norma. Para unos eso es la droga y para los otros, el delito.”