ESPECTáCULOS › ALEJANDRO CHOMSKI, REALIZADOR DE “HOY Y MAÑANA”

“Cannes te abre las puertas”

Ambos pertenecen a la generación de los treintaipico, ambos son guionistas y directores y ambos tendrán, a partir de mañana, sus respectivos debuts en el largometraje en la vidriera más importante del mundo del cine, el Festival de Cannes. Es la primera vez que la sección oficial de la muestra francesa programa simultáneamente dos films argentinos.

 Por Mariano Blejman

El día que sonó el teléfono, Alejandro Chomski no sabía si el llamado era real o era producto de un sueño por una mala digestión. “Le pedí a Cristian Jeunne, programador del Festival de Cannes, que me repitiera tres veces lo que me estaba diciendo”, cuenta Chomski a punto de viajar a Cannes a presentar su película Hoy y mañana. Su opera prima fue elegida para la sección “Una cierta mirada”, de la selección oficial. Después, Chomski (34 años) salió a contarle a su gente la noticia: “Llamé al productor, la llamé a mi mamá y al principio nadie me creía”, se ríe ahora. Porque durante esos días se mantuvo tieso, hasta que le llegó la confirmación oficial por escrito desde Francia. El realizador vivió mucho tiempo en Los Angeles, donde hizo su beca y recibió un Master de Cine del American Film Institute, de Estados Unidos. Cuando volvió a la Argentina, “estaba medio desarmado, sin saber cómo arrancar en este país”, cuenta en entrevista con Página/12. Ahora, cree, todo le será un poco más fácil.
–¿Qué puertas le abre entrar en el Festival de Cannes?
–Por el momento, no hemos podido pensar demasiado. Ha sido una corrida de faxes, mails, pedidos de materiales. Entramos en una rutina feroz hasta el 23 de abril, día en que se anunciaba oficialmente. Ellos necesitaban clips, trailers, sinopsis, negativos, etcétera. Lo primero era terminar la película. Hoy y mañana hubiese recorrido un camino más largo sin Cannes. Ahora hay una gran compuerta que se abre. Ya la quieren comprar de todas partes, tiene distribución asegurada en Francia, hay compañías que se comunican para saber quién tiene los derechos de la película. En fin, es una vidriera muy interesante. Pero para lo que más me sirve es para buscar financiación de próximos proyectos.
–¿Cómo se hizo Hoy y mañana?
–Se filmó en siete semanas. A mi vuelta de Los Angeles yo estaba un poco desconcertado, no estaba ubicado. Estaba como sin saber cómo armarme y cómo vivir en Buenos Aires, después de haber estudiado afuera, estaba con mucha desazón. Me encontré con nuestra generación de jóvenes sin muchas posibilidades de futuro, de crecer en nuestra profesión. Volvía con una formación académica, con un Master de Cine del American Film Institute, y no tenía manera de aplicarlo en un trabajo. De esa frustración, esta vez –porque tuve otras frustraciones en mi vida– logré traducirlo en la escritura de este guión. De esa combinación de dos situaciones salió esta película.
–¿La película intenta contar una historia real?
–Es la historia de una chica que está determinada en hacer lo que quiere: ya hizo una obra de teatro, está preparando otra y arranca el film estableciendo claramente estas dos situaciones paradójicas: su férrea voluntad de seguir con ese camino y por otro lado, la imposibilidad de poder sostenerlo por no tener ingresos. El recorrido es esa constante. Y termina prostituyéndose para pagarse su vida de actriz.
–¿O sea que va a romper esa constante?
–Ella cree que el camino que elige, la prostitución, va a ser un personaje más dentro de su vida actoral. Ella se autojustifica diciendo: “Todo sea por el arte”. Así como en las películas uno sabe que el actor engordó, o que el sexo era real, ella se convence de que iba a ser eso y evidentemente, como la vida no es una película, lo que le pasa no es lo que ella espera. Por eso utilizo la estética del falso documental, porque la vida no es una película más. El falso documental pueda reflejar esta sensación de que lo que le pasa es real.
–¿Hay algún mensaje?
–No tiene intención de dar un mensaje, sobre todo es una concepción narrativa. En Estados Unidos siempre preguntan: “¿What do you learn from the character?” (“¿Qué se aprende del personaje?”). Aquí no se aprende nada de los personajes. Yo trato de hacer mi propia narrativa, no clásica sin mensaje moral, de lo que al personaje le pasó en su recorrido. Es lo opuesto a esa moral. Fue mi manera de tratar de encontrar mi propio estilo. Va en una manera distinta de las películas que se han hecho en la Argentina. En este país hay muchas puestas en escena, con planos y contraplanos. Incluso las del nuevo cine argentino, que son muy buenas, tienen esa forma. Me gustaba dar otro ángulo de filmación. No para ser distinto sino porque esta historia necesitaba esta técnica.
–¿Piensa que hay un interés especial por el cine argentino?
–Hay algo que les interesa a los europeos. Pero tampoco lo sobremarcaría demasiado. Hubo un montón de películas coreanas, iraníes, taiwanesas, en los Cannes anteriores. No es particularmente extraordinario. Está muy bien que la Argentina tenga películas buenas en el festival, pero no creo que a cualquier cineasta que vea el listado y lo evalúe objetivamente diga: “¡Guau! Cuántas películas argentinas”. Como movimiento cinematográfico tenemos una presencia y eso es muy positivo.
–¿Va a filmar El país de las últimas cosas con Paul Auster?
–Es muy posible. Voy a quedarme en París para buscar actores para los roles principales, que son de dos extranjeros. Un hombre y una mujer de afuera que llegan a Buenos Aires.
–¿Siempre termina filmando lo que tiene más cerca?
–Me sería imposible hacer este tremendo esfuerzo de años si no hablo de algo que siento, que me pasa, a través de las historias y que sirva de catarsis. Lo más genuino es sacar todo lo que uno tiene adentro, ya sea en un lienzo, en un papel, o en una película. Y esa mirada, esa visión siempre es correcta porque sale de adentro. Muchas veces nos critican lo que hacemos, no sabemos si es bueno o no, la mejor manera de responder es evaluar si lo que uno hizo es lo que uno quería hacer. Y si es genuino, si sale de una necesidad –parafraseando a Rilke– siempre es correcto.
–¿Cuáles son sus próximos pasos?
–Hay un proyecto que tengo pendiente que se va a llamar L.A. on Bike, un film sobre inmigrantes en Estados Unidos, medio autobiográfico. De cuando vivía en Los Angeles y me sacaban la licencia de conducir y tenía que andar en bicicleta porque no podía manejar, con otros compañeros extranjeros. Yo vivía detrás de los estudios Paramount, estaba rodeado de armenios, mexicanos, colombianos, etcétera. Con todos ellos vamos a filmar una película. Cannes nos va a abrir esa puerta.

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Chomski sabe que sin el llamado del festival más importante del mundo todo hubiera sido más difícil.
 
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