EL PAíS › MENEM DA SU PALABRA DE QUE NO SE BAJA, PERO NADIE LE CREE

Duda especial para argentinos

De aquí al domingo el ex presidente deberá confirmar cada quince minutos que se presentará al ballottage contra Néstor Kirchner aunque las encuestas lo den perdedor por una diferencia aplastante. Convencer, para Menem, es una tarea difícil: parece haber llegado no solo al techo de los votos sino al tope de su credibilidad.

 Por Martín Granovsky

Horas después de la primera vuelta que Lula ganó en Brasil, un periodista argentino entrevistó a uno de sus asesores para preguntarle si pensaba que el oficialista José Serra se bajaría del ballottage. “Eso es algo que solo se le puede ocurrir a un argentino”, contestó el brasileño. Bien. Llegó el momento de preguntar a los brasileños si creen que Carlos Menem competirá o no el domingo contra Néstor Kirchner: solo ellos dirán que sí, sin vueltas. Aquí, en cambio, nadie apostaría una cena en un buen lugar y con vino caro para sostener que el domingo hay ballottage. Salvo Menem, claro, el político en quien la mayoría no cree, que llevaría el vino de su bodega, donde es socio minoritario.
La pregunta que Mario Wainfeld le hizo a Marco Aurelio García un lunes de octubre del año pasado surgía de los datos. Con el 48 por ciento, Lula doblaba a Serra y necesitaba solo un dos por ciento más un voto para ser consagrado presidente. Una situación parecida a la de la Argentina en 1973, cuando el radical conservador Ricardo Balbín resignó su participación en el ballottage en favor del peronista Héctor Cámpora. En Brasil el candidato de Fernando Henrique Cardoso solo podía confiar en un milagro, que como es obvio no se produjo, pero en ningún momento pensó en renunciar, huir o quitarle legitimidad al ballottage.
La clave más impresionante de la realidad argentina es que las versiones sobre una fuga de Menem crecen mientras el propio Menem se encarga de desmentirlas. El ex presidente dijo que minga iba a renunciar, que solo a un borracho podría ocurrírsele esa idea y que ese borracho estaba dentro del gobierno de Eduardo Duhalde. Sus asesores, candidatos, ex funcionarios y aspirantes al debut insistieron en lo mismo. Salvo Luis Patti, el ex policía que jamás condena la tortura, nadie dijo en público que Menem debe dejar en soledad a Kirchner el domingo. Lo deslizaron, eso sí, en privado, con pedido de reserva de su identidad y tras analizarlo en el círculo íntimo del menemismo. Y se vieron alentados por el estilo de Menem, que afirma cosas sin probarlas contando con la ventaja de que, a veces, recibe preguntas punzantes en el tono y concesivas en el fondo, sin precisión.
El caso del presunto fraude en la provincia de Buenos Aires es un ejemplo. “Nos robaron en Buenos Aires, esa es la verdad”, dijo Menem anoche en su acto de González Catán. Pero sus apoderados firmaron las actas del escrutinio definitivo sin cuestionar un solo dato.
Desde su paso por la presidencia Menem jugó siempre el mismo juego. Él mismo devaluó su propia palabra, y algunos se distrajeron: le buscaban contradicciones de detalle mientras Menem, de verdad, seguía adelante con su plan de apertura económica, privatización feroz y degradación institucional.
Esa búsqueda fue una variante perdedora porque Menem es un político con extraordinario olfato de poder. Su primer secretario de Cultura, Julio Bárbaro, solía decir que Menem no solo era racional sino que era una político con una “racionalidad malsana”. Por eso su estrategia de las últimas dos semanas consistió en dejar correr las versiones mientras las desmentía –tarde– con el verdadero objetivo de ensuciar el ballottage y el triunfo ajeno.
La pérdida de poder de Menem es formidable. Igual de formidable que su capacidad para acumular poder cuando por primera vez emprendió el camino a la presidencia. El acto de anoche fue en un club de La Matanza. En 1989, por el contrario, Menem cerró su campaña con un acto abierto en La Matanza y una concurrencia de decenas de miles de personas. Aquella noche había que caminar no menos de una hora para llegar cerca del palco, y otra hora después para llegar a una calle abierta al tránsito. La marea humana era impresionante. Los periodistas argentinos escuchaban cómo alguna señora pedía: “Por favor señor, explíquele a los periodistas de afuera que tuvimos la primera máquina de coser con Evita”. El peronismo volvía después de trece años con toda su fuerza. Otro ejemplo es Ramón Saadi. Nadie diría que Kirchner haría una alianza con él. Pero el ex gobernador, que apoya a Carlos Menem igual que su contrincante catamarqueño Luis Barrionuevo, ya se está preparando para negociar con el ganador. “Va a ser muy fluido el diálogo con el compañero Kirchner, con el compañero Eduardo Duhalde, con Daniel Scioli, como lo es con el compañero Carlos Menem, en caso de que gane la fórmula Kirchner-Scioli como ya se anticipa y se pronostica”, dijo ayer.
Menem ya está derrotado. Su problema es que no tiene ninguna salida decorosa. Si abandona el ballottage buscará dejar a Kirchner sin legitimidad y esperará a que el nuevo gobierno soporte los primeros inconvenientes graves para atacarlo. Pero antes quedará sometido al castigo contra los que se van. Puede preguntarle el resultado a Fernando de la Rúa, a Carlos Chacho Alvarez, incluso a Carlos Reutemann. Si, al revés, se presenta el domingo, la paliza electoral puede ser tremenda, pero al menos Menem podrá esperar la revancha sin la mácula de la huida. Y tendrá la chance de seguir disputando poder dentro del peronismo mientras pelea el liderazgo de la oposición con Elisa Carrió y Ricardo López Murphy y busca ser el peón de George W. Bush en tierras extrañas.
“Lo que piensa él lo pienso yo”, dijo ayer otro Carlos. No hablaba de Menem sino de Kirchner y pinta que sólo está el ex presidente en quien la mayoría del país no cree.

Compartir: 

Twitter

Menem quiso ensuciar el ballottage y terminó a la defensiva, persuadiendo al mundo de que de ninguna manera quiere abandonar la pelea.
SUBNOTAS
 
EL PAíS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.