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Los integrantes del comando de campaña de Néstor Kirchner se apresuraron ayer en salir a aclarar que el candidato del Frente para la Victoria está en condiciones de hacerse cargo del poder ya mismo, en respuesta a las versiones que sostienen que su rival Carlos Menem no se presentaría al ballottage. En realidad, se presente o no Menem, la fecha en la que asumiría Kirchner no cambia. Lo que se modifica sustancialmente es el porcentaje de votos por el cual accedería a la presidencia: mientras que en la primera vuelta obtuvo un 22,2 por ciento, las encuestas sostienen que el domingo sacaría un piso del 60 por ciento, con más de 30 puntos de ventaja sobre Menem. “Eso no importa porque el próximo gobierno, más allá de los votos que obtenga, tiene que ganarse la legitimidad en el ejercicio cumpliendo lo que prometió”, respondía un vocero.
“Si Menem decide no concurrir a la elección del 18 de mayo evidentemente es porque ve venir un muy mal resultado, con lo cual la legitimidad también está dada”, sostuvo Alberto Fernández, jefe de la campaña de Kirchner. El candidato ayer no hizo ronda de prensa, pero fueron sus hombres de confianza quienes se encargaron de dejar en claro que el gobernador de Santa Cruz no tendría problemas en hacerse cargo del gobierno en caso de una deserción de Menem. “Tenemos unos 3500 técnicos preparados y trabajando en cada punto del país”, remarcó Fernández.
De acá a las elecciones Kirchner limitará sus movimientos a apariciones televisivas, a excepción del “seminario de trabajo” con el que cerrará su campaña el jueves en el Hotel Panamericano. Ayer, en la Casa de Santa Cruz, Kirchner sólo asomó la nariz para recibir al técnico de Estudiantes Carlos Salvador Bilardo, quien en algún momento de su vida se ilusionó con una candidatura presidencial. La entretela de semejante encuentro tiene que ver con la pobre elección que hizo el santacruceño en La Plata –salió cuarto–, ciudad en la que Bilardo es ídolo. “Todo lo que piensa él, es lo que pienso yo”, resumió, pragmático, el técnico. En Gobierno festejaban la reunión porque aún están resentidos con el intendente Julio Alak y el poco esfuerzo que hizo para la primera vuelta.
Pero el tema de ayer era la gobernabilidad de Kirchner si Menem al bajarse lo privaba de una victoria contundente. “Acá lo que va a cambiar es el modelo, con elección o con renuncia de Menem da igual”, respondió el vocero del santacruceño, Miguel Núñez. En el entorno de Kirchner destacaban tres cosas:
- La piedra fundamental del futuro gobierno es Roberto Lavagna y su continuidad como ministro de Economía. “Lo único que no podemos decir es que no sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar”, razonaban.
- Si Menem se baja significaría un daño institucional para el país, pero no es una hipótesis descabellada que pueda descartarse.
- El país se sobrepuso a la renuncia de De la Rúa y luego a los demás cambios de presidente en medio de una crisis inédita. En ese marco, la deserción de Menem sería un problema menor.
Pero lo que se preocupaban en destacar cerca del candidato era que, más allá del porcentaje de votos que lo consagre, el próximo gobierno estará obligado a legitimarse en la función. “Las gestiones anteriores tuvieron legitimidad de origen pero como nunca cumplieron lo que habían prometido se deslegitimaron solas. Por eso, acá lo que de veras importa es que el próximo gobierno cumpla con las promesas que hizo durante la campaña”, resumía el vocero. Alberto Fernández aportaba otro dato. “Aunque Kirchner termine ganando por un 90 por ciento de los votos, el gobierno que se viene es un gobierno de consensos, no de poderes absolutos”, opinaba.