ESPECTáCULOS
Pop prefabricado, en formato mayor
“Vivir intentando”, la película de las chicas nacidas en el programa “Popstars”, tiene, paradójicamente, muchos parlamentos y pocas canciones.
Por Martín Pérez
Alguna vez se dijo que ver en pantalla un beso entre Rock Hudson y Doris Day era como si dos autos lujosos se hicieran señas con las luces. Pues bien, algo parecido sucede con las cinco integrantes de Bandana, que lucen tan bien en la pantalla grande como un auto cero kilómetro. Es por eso que, quizá con algunos reparos en el caso de Lourdes y Lissa –a las que muchos fanáticos señalan como las más auténticas del grupo y tal vez por eso aparezcan un poco forzadas en sus personajes a la hora de actuar–, las Bandana atraviesan su debut en el cine con mucha entereza. Al menos más que la de una película confusa incluso en su descarada sencillez, al punto de terminar arruinando el brillo natural de sus estrellas.
Si hay algo que no se puede dejar de elogiar a la hora de hablar de “Popstars”, el programa que convocó, probó y formó a las Bandana, es que hizo evidente la fórmula del pop prefabricado. Subrayó sus artificios, y transmitió cada uno de sus pasos en directo por televisión. Por eso lo que más extraña a la hora de acercarse a Vivir intentando, el primer largometraje de las Bandana –algo que subrayan todo el tiempo las promociones, avisando que habrá más películas–, es que su historia tire por la borda aquella autenticidad a través del artificio. Lejos de ficcionar el ascenso de las Bandana dentro de la maquinaria evidenciada programa a programa, Vivir intentando les fabrica una ficción dedicada a subrayar una inexistente autenticidad. Porque lo que la película del joven Yankelevich intenta contar es cómo las chicas se hicieron de abajo, lucharon por lo suyo contra viento y marea, hasta ser descubiertas por un productor.
Vivir intentando entrecruza las vidas de una repositora de supermercado (Lissa), una camarera (Virginia), una tatuadora (Lourdes) y una estudiante de veterinaria (Valeria), mientras una sola de ellas (Ivonne) toca la guitarra por la calle y vive en una pensión. Todas ellas corren detrás de unos sueños que tienen forma de guitarra sólo para dos de ellas, mientras una baila en su cuarto, otra rappea entre las góndolas del supermercado y la estudiante de veterinaria quiere tener un perro. El cruce de sus cotidianidades se dará bajo la forma de fortuitos encuentros callejeros, en los que se subrayará lo dramático –por llamarlo de alguna manera–, porque si algo les falta de manera evidente a las emocionales Bandana es un toque natural para la comedia. Tal vez ésa sea la razón por la cual el elenco contratado casi a la medida de una clásica comedia familiar de los setenta –con Gino Renni como el productor, Toti Ciliberto como el papá familiero de Lissa y Coco Silly como el tío policía– apenas si aparece en pantalla. Alguien se habrá dado cuenta de que había demasiados parlamentos y pocas canciones.
Pero si alguien tomó nota de eso, poco pudo hacer al respecto, ya que efectivamente Vivir intentando tiene muchos parlamentos y pocas canciones. Deslumbrada por sus propios brillos, y tanto más aburrida cuanto más enrevesada se va poniendo la historia, Vivir... es un producto que bien podría ser condenado a correr el destino de su título, si no fuese porque todo alguna vez debe terminar, y de golpe la película se apura hasta encontrar su final.