ESPECTáCULOS › “BASICO Y LETAL”, CON JOHN TRAVOLTA Y SAMUEL L. JACKSON
Una selva cerrada como una cárcel
El director John McTiernan, artífice de grandes películas de acción como “Duro de matar” y “La caza al octubre rojo”, despliega todo su oficio, que es mucho, para salvar un thriller con un guión imposible.
Por Horacio Bernades
Como una novela de Agatha Christie estructurada sobre la base de raccontos (al estilo Rashomon) mezclada con una de acción en la selva (por qué no Depredador) y una de investigación en base militar (tipo Cuestión de honor), Básico y letal es un caso extremo de rejunte cinematográfico. No era de esperarse que, a partir de semejante menjunje pergeñado por el guionista James Vanderbilt, la película resultante haya salido tan compacta y homogénea. Por lo menos hasta los últimos 15 o 20 minutos, cuando las vueltas de tuerca ya son tantas y tan despatarradas que da lo mismo que el misterio se resuelva de una manera, de otra o la de más allá.
Si Básico y letal sostiene la tensión y el interés durante más de una hora es por obra y gracia del señor que está detrás de la cámara, uno de esos que con un encuadre certero o un travelling fulminante pueden salvar cualquier cosa. Ese señor se llama John McTiernan, quien con películas como Depredador, la primera Duro de matar o La caza del octubre rojo se consagró como gran director de acción. Aquí lo ratifica, luego de los problemas que tuvo con 13 guerreros (1999) y el paso en falso de la remake de Rollerball (2001), que en el mercado local se conoció directamente en video. La premisa de Básico y letal tiene un gancho fuerte. En medio de un huracán tropical, un pequeño grupo de rangers estadounidenses –estacionados en el Canal de Panamá– sale a la selva, en misión de entrenamiento y bajo las órdenes del sargento West (Samuel L. Jackson). El típico suboficial a quien todos sus subordinados odian con razón, West da una orden rara: durante el operativo, los cinco hombres (y una mujer) no cargarán balas de salva, sino verdaderas. El resultado es una masacre, de la cual sólo dos soldados sobreviven.
¿Qué ocurrió allá en la selva, por qué West dio esa orden y por qué sus hombres se han asesinado entre sí? Eso es lo que deberá investigar la capitán Julian Osborne (Connie Nielsen). Por expresas directivas del comandante de la base, deberá hacerlo con compañía no deseada: la de Tom Hardy (John Travolta), ex militar y actual agente de la DEA, que por más que ya no revista en el ejército es un as para los interrogatorios. Osborne desconfía de Hardy, ambos desconfían de los sobrevivientes a los que deben interrogar, éstos se desconfían entre sí y el espectador sabe que más le vale desconfiar de todos. Efectivamente, Básico y letal es una de esa películas en las que la verdad parece escondida entre infinitas capas de cebolla, que se irán descubriendo mediante los relatos que los implicados hacen frente a los investigadores. Cuando esta cuestión está jugada con sentido (como sucede en Rashomon o Los desconocidos de siempre) detrás de esta madeja suele esconderse una reflexión sobre la verdad y las narraciones. Cuando no, se juega con cartas debajo de la manga para desorientar al espectador y sorprenderlo con trampas, hasta que llega un punto que el juego se hace ridículo. Que es lo que hace Mr. Vanderbilt.
Como si contara con el material más noble del mundo, McTiernan lo pone en escena con brillantez. Todo aquí es noche y lluvia, lo cual genera desde el vamos una sensación de indefensión. A partir de allí el realizador de La caza del octubre rojo vuelve a trabajar brillantemente la situación de encierro, cerrando el encuadre y haciendo, de la selva y labase militar, dos cárceles asfixiantes. Pasando con asombrosa fluidez de un espacio a otro, de un plano narrativo a otro, McTiernan elige para cada escena una posición de cámara y, en lugar de cortar, las resuelve mediante panorámicas y cortos travellings, agudizando la sensación de sin salida. Las actuaciones son a pura mandíbula apretada y los diálogos, tan secos y tajantes como en una novela negra. Si el espectador se ve decepcionado por las manipulaciones de Mr. Vanderbilt, siempre le queda el consuelo de imaginar lo que pudo haber sido esta película, de haber tenido un guión que le hiciera honor.