ESPECTáCULOS
Un nuevo viaje en la vida cambiante de La Portuaria
La banda, que lleva recorrido un largo camino en el pop, presenta hoy su último cd, 10.000 kilómetros.
Por Roque Casciero
“Ya caminamos diez mil kilómetros de amor/ y seguiremos hasta que el río llegue al mar.” La frase que canta Diego Frenkel es el estribillo del nuevo hit de La Portuaria, 10.000 kilómetros, que le da nombre al flamante álbum de la banda. La canción parece –y sólo eso– hablar de la historia del grupo, con una trayectoria de más de una década detrás –separación y reunión incluidas– y la firme determinación de continuar el camino. Un mojón importante será, seguramente, el show de esta noche en ND Ateneo (a las 23.30), que servirá para presentar el nuevo disco y para recuperar algunas páginas portuarias que hace mucho no suenan en vivo. Todo con la tranquilidad que da haber dejado atrás las comparaciones con el pasado. “Tener llegada al público con las canciones nuevas es liberador, porque significa que la gente captó lo que hacemos”, afirma el tecladista y acordeonista Sebastián Schachtel.
Desde su retorno hace dos años, la historia de La Portuaria puede resumirse así: el grupo publicó el álbum Me mata la vida, que salió por una multinacional pero con mínimo apoyo; cuando parecía que venía un bajón, una cadena de supermercados le encargó para un jingle una versión de Perfidia, y ésta se convirtió en un éxito radial, lo que motivó que la banda publicara el EP Hasta despertar y aceitara los engranajes con varias giras por el interior del país. Ese sacudón fue el generador del nuevo disco. Un trabajo que, según Frenkel, tiene mucho que ver con los recorridos. “Muchas de las canciones surgieron en momentos muertos de la gira o en pruebas de sonido. De hecho, el tema 10.000 kilómetros se fue armando en sucesivas pruebas de sonido en diferentes provincias. Empezó con una improvisación de acordeón de Sebastián en La Plata, siguió en una prueba de sonido en el Chaco, nos decidimos a armarla como canción y probé el estribillo en Mendoza, y en un pub de San Luis al Colo (Belmonte, baterista) se le ocurrió cuál era realmente la base rítmica. Y terminamos de construirla en sucesivos lugares, así que cuando llegamos al estudio a hacer la preproducción, el tema tenía ruta real.”
–Más de diez mil kilómetros...
Diego Frenkel: –Claro, pero nos dimos cuenta después de haberla hecho, de haberla grabado y de haberle puesto el título. Es un sentido extra. Y nos sorprendió gratamente, porque siempre es agradable encontrar sincro de sentidos en las cosas. El tema habla de recorrido, de un individuo que está “en medio de la llanura/ hacia adelante todo/ y atrás lo que se va”. Fue construido con algo de ese espíritu. La canción tiene muchas lecturas distintas y no quiero cerrarla en un solo significado, porque una vez que una canción ya salió, deja de ser mía y pasa a ser de quien la escucha. Puedo decir que tiene que ver con una pulsión vital y que muestra algo de la épica del individuo, que no es la épica grandiosa del conquistador. Cada vida tiene una épica.
Colo Belmonte: –Eso que pasó fue la médula del trabajo, porque después hubo recorridos internos, a través de nuestras computadoras. Además, hubo casetes que viajaron en el tiempo, porque había grabaciones de ensayos de hace años que recuperamos. En definitiva, el carácter del disco es de viaje. Haber hecho el EP generó un ir para adentro que nos hizo fuertes en un momento en el que había que cuidarse mucho. Como el afuera estaba muy convulsionado, era importante hacerse fuerte dentro de casa. Y además, nos generó que el disco 10.000 kilómetros tuviera una energía muy para afuera.
–En el disco dejaron de lado la fuerte impronta de world music que tenía Me mata la vida.
D.F.: –La diversidad y el eclecticismo siempre fueron parte de la esencia de La Portuaria. No sé bien por qué; supongo que tiene que ver con la inquietud, con una búsqueda, con una forma de ser. Probablemente, en este disco nos hayamos conectado más con la esencia pop rock de la banda, que es un factor que siempre estuvo. Me mata la vida era un disco muy enfocado –con una premisa que partió de un deseo– en trabajar con los folklores del mundo. Tenía que ver con una raíz de La Portuaria, desde Rosas rojas, y quisimos meternos de nuevo en eso, pero nunca intentamos determinar que ésa era la línea de continuidad absoluta. Con este disco armamos los temas desde el espontáneo gusto por una canción, una forma musical o una idea, más que por una búsqueda de determinado estilo. Nos dejamos llevar por lo que nos surgía, aunque obviamente la inspiración tiene que ver con dónde estás parado en determinado momento.
–Cuando hicieron esas canciones con los folklores del mundo, ¿surgían así o las llevaban deliberadamente hacia ese rumbo?
D.F.: –Surgían así.
Sebastián Schachtel: –Es que muchas de las canciones de Me mata la vida salieron de la guitarra y el acordeón. En ese momento yo tenía más tiempo colgado el acordeón que los teclados. Esta vez surgieron más de la base de la banda.