ESPECTáCULOS › “LA NUEVA CULTURA POLITICA”, UN DEBATE SOBRE LA ARGENTINA ACTUAL
Pensar la crisis como oportunidad
Horacio González, Nicolás Casullo, Germán García, Alejandro Rozitchner y Eduardo Rinesi analizaron la situación sociopolítica y su influencia en el mundo intelectual. Martín Caparrós presentó el libro “Qué país”.
Por Karina Micheletto
Horacio González, Nicolás Casullo, Germán García, Alejandro Rozitchner y Eduardo Rinesi se reunieron en la Feria del Libro para debatir sobre “La nueva cultura política”. Sólo un año atrás el título de la mesa hubiera aparecido, seguramente, entre signos de interrogación. Hoy se formula como una afirmación de cambio de escenario que ninguno de los pensadores convocados puso en duda: “Después del 19 y 20 de diciembre, todos tenemos la sensación de que algo radicalmente nuevo está pasando en la Argentina, de que un ciclo, quizás inaugurado en el ’83, llegó a su fin. Hay un modo de pensar la política que ya sabemos que fracasó”, arrancó el politólogo Eduardo Rinesi, en su rol de coordinador de la mesa.
En el mismo sentido, Rozitchner resaltó que “hay que asumir que hasta ahora la tarea intelectual bien intencionada fue bastante estéril. Partiendo de este fracaso, debemos empezar a pensar otras cosas, porque las que pensamos no fueron efectivas”. Según la particular visión del filósofo, “la nueva cultura política debe enfocarse más en el diseño y menos en el análisis. Debe poner la crítica a disposición de una acción y no como objetivo. Que el pensador social debe ser un militante ya se ha dicho. Pero hay que entender que la militancia que queremos no es la que conocemos”, expresó el autor de Saquen una hoja, y describió las características de esta nueva militancia: “No crítica sino creativa, no sacrificada sino entusiasta, que no describe catástrofes sino arma mundos, que no se queda obsesionada con el pasado sino que lo supera, empezando por querer el presente”. Por último, invitó a abandonar la idea de sacrificio: “Hay una fuerza potente que no se pone en juego: la búsqueda de la felicidad personal. Es falso que haya que dejarse de lado para producir avances sociales, es exactamente lo contrario. No hay que ser menos egoísta, hay que serlo más”, provocó.
El psicoanalista y escritor Germán García se refirió a la incidencia del éxodo económico actual en la definición de una nueva cultura política: “En el último censo poblacional no se registró la cantidad de gente que se fue del país. Pero el de 1980 reveló que hubo más de dos millones entre el 60 y el 80. Hoy se calculan un millón más. Esto produce efectos en cualquier país, más allá de los que se ven en el momento”, razonó, y marcó una diferencia entre los distintos exilios: “La sociedad no se identifica con los exiliados políticos de los 70. Sí con la señora ahorrista que llora en la plaza la partida de su hijo”, afirmó. “Joyce decía: ‘Si no podemos cambiar de país, cambiemos de conversación’. Muchos eligen la salida por Ezeiza, otros intentamos lo segundo”, afirmó, aclarando que no se trata de un problema nuevo: “Es un debate que ya se podía encontrar en la Amalia de Mármol, donde se planteaban las dos posturas: unos decían que quedarse bajo el gobierno de Rosas era colaborar, otros que irse era cobardía”, recordó.
“Si bien estamos de última, somos de vanguardia a nivel teórico, porque todos vienen a estudiar azorados el caso argentino”, bromeó a su turno el escritor y docente universitario Nicolás Casullo. “Hoy estamos en las antípodas del programa de los ‘60 y ‘70, por obra y gracia de los ‘60 y ‘70. Nada queda en pie, y por eso se abre un espacio para pensar una nueva cultura política. Esto nace de fondos épicos, más que de circunstancias objetivas que indiquen que puede ser posible, cuando nadie sabe si va a tener trabajo la semana que viene. Tal es el terror económico que ha sucedido al terror de Estado, tal es la barbarización actual”, explicó, y advirtió que la nueva política “puede emerger como reconstrucción de la democracia o como algo pesadillesco y fantasmal. En Francia, Le Pen es una nueva política”.
Horacio González analizó tres expresiones con las que, explicó, se puede reconstruir la historia reciente del país. La primera, en boga en los ‘80, “radicalización de la democracia”. “Esa frase tenía una fuerte carga de promesa. Definía el punto de partida y expresaba el deseo de ir hacia otro lugar.” La segunda, “la República”: “‘Hay que refundar la República’, ‘Vienen por la República’, se escuchaba no hace mucho. Ya no se trataba de ir hacia un lugar desconocido, sino de depurar lo conocido. Se quería decir que aún era posible salvar algo, vivir una vida institucional, si se lograban limpiar los focos de corrupción. Y también, que una fuerza exterior amenazadora, dueña de los grandes poderes de la tierra, venía a apoderarse de lo poco que quedaba: ‘Vienen por nosotros’, ‘Se la van a llevar puesta’”, ejemplificó el sociólogo. “Ahora pedimos que se vayan todos. Esto no sale de los libros de teoría política, como lo anterior. Esta frase no estaba escrita más que en las entrañas de una sociedad insatisfecha, martillo en mano contra las chapas de los bancos”, definió el director de la revista El ojo mocho.
“Es probable –continuó González– que esta frase reserve un último secreto para aquellos que la pronuncian y aquellos que la escuchan con distinto tipo de reacción. Con su grito agónico nos alerta que la sociedad argentina ha recorrido un camino último, y nos invita a que reconstituyamos lo que perdimos, aquella democracia que no se supo pensar como un lugar de justicia y de reparto de bienes más satisfactorio. Si logramos devolverle la historicidad a esta expresión, probablemente sea el lugar donde debamos fijarnos para construir una nueva política.”