ESPECTáCULOS
Los panelistas, una nueva manera de competir en TV
Es una fórmula de moda : un conductor y un grupo de panelistas que discuten y hasta se pelean entre ellos. La crisis económica late debajo del fenómeno.
Por Julián Gorodischer
Elija un conductor carismático, agréguele un opinador profesional y un tirabombas, condimente con una cara bonita y conforme un equipo que eche a rodar la polémica del día, que puede ser la renuncia de un ministro o el último vaivén sentimental de una vedette o el futuro de la economía nacional. Revuelva bien los ingredientes hasta llegar a un caos de opiniones, gritos, preguntas y retos ante cámara, y verá consumada la receta favorita de la tele de la crisis o del bajo costo: los programas de periodistas en formato estándar, con moderador y cuatro comentaristas fijos, inundando la pantalla con una premisa guía que los amontona. La Argentina en bancarrota necesita palabras y más palabras para compensar la fuga de la ficción y la baja de los presupuestos.
“El periodismo de cabotaje es tan barato que conviene, y por eso se expande”, explica Liliana Parodi, productora general de “Intrusos”. “La tevé de la crisis elige lo doméstico, sin satélites ni viajes, accesible para el momento.” Cuatro columnistas se disputan el comentario ácido o el chisme del último minuto, y el presentador sirve de engranaje para el paso de un tema a otro. En “Intrusos” –con Jorge Rial–, en “Indomables” –con Mauro Viale– o en el flamante “La selección” –con el equipo de Rial–, el requisito es dilatar un tema hasta extraerle el último aliento, comentar y debatir sobre la última declaración de Andrea del Boca o el exabrupto de Silvia Süller para diversificar las posiciones y recién después mandar al corte. En la tele de la crisis, con poca ficción, sin satélites ni dúplex, sin viajes ni invitados del exterior, lo que cuenta es el murmullo. “Los roles del panel deben ser bien definidos”, dice Diego Gvirtz, productor de “Indomables” y “Televisión Registrada”. “Un malo, una buena, un ingenuo y un ácido. La idea es que choquen en el debate y puedan decir cosas.”
Veteranos solistas de antaño, hoy se vuelcan al equipo para no perder espacio en la pantalla: Mariano Grondona reemplazó las conclusiones del final por la charla de grupo, y se hizo acompañar por chica joven (Gisella Marziotta) y dama respetable (Cecilia Absatz), junto con un par de fiscales de pregunta a punta de lengua. La existencia de una tropa garantiza el aggiornamiento, y el profesor de la Nación la recluta para competir con “Periodistas”, que se emite por América en el mismo horario (domingos a las 21). El equipo, en la vereda de enfrente, se convierte en una figura de representación en tiempos de escrache y cacerolazo, y asume premisas que no se cuestionan: el apoyo al ahorrista, el rechazo al político, la desconfianza en lo que se viene. La batalla sólo se libra en grupo y, también en el campo de la política, las vacantes del panel exigen roles fijos, que inauguró Jorge Lanata en “Detrás de las noticias” y ahora se reproducen en “Periodistas” y “Hora clave”: el preguntón, la mujer joven y el experto en números.
El panel de periodistas no permite demasiadas variantes para la rutina del día a día: una ronda de primicias o noticias frescas, un informe editado, un contrapunto de todos contra el político devaluado y, para coronar, el pesimismo exacerbado del “no hay salida”. “Titanic”, último experimento de Chiche Gelblung como productor, ubica la estructura del equipo en una escenografía-cubierta de barco para debatir sobre la alternativa Seineldín o la necesidad de la tolerancia cero. “Chiche fue el primero en implementar el formato de equipo como herencia de la gráfica”, dice una productora de “Memoria”. “Sentaba a sus cronistas en el programa para relevar la información, cuando no se podía conseguir al invitado. Lo imitaron todos, y ahora decidió hacerlo en ‘Titanic’ con esa misma lógica.”
La variante de equipo de alto impacto (“Titanic”, “Después de hora”, “Impacto a las 12”) no se conforma con el cruce de opiniones o la polémica impostada: va más lejos y busca la amenaza inminente –un estallido social, un cierre de bancos, la caída de un presidente– como medio para que la conversación se extienda todo un bloque, llene espacio libre y haga crecer la expectativa del otro lado. “Lo que entretiene del equipo –dice Gvirtz– es el programa en vivo, con posturas encontradas y una disparada para cualquier parte, un costado anárquico que es provocador para que la gente piense.” Consciente de las limitaciones de un formato que se expande a ritmo galopante, Parodi expone su cautela: “En la tele todo es cíclico, y se puede llegar a una saturación. El menemismo asistió al despliegue de Marcelo y Susana. Y ésta es la TV del bajo costo, de la crisis, que repite una fórmula y puede dejarnos a muchos de nosotros en el camino”.