ESPECTáCULOS › MENTE SINIESTRA, DE JOHN POLSON
De Niro en caída libre
Por M. P.
A la manera de Sexto sentido, aquella película con Bruce Willis y un chico que veía gente muerta, Mente siniestra es una película con una vuelta de tuerca fundamental, que es de esperar que sus espectadores conserven en secreto para el mejor disfrute del film por quienes vengan después. Pero el gran secreto para que eso suceda es que la película que se está viendo sea interesante antes y después de dicha revelación. Eso no sucede con la por momentos incoherente y terriblemente mentirosa trama de Mente siniestra, cuyos mejores momentos llegan cuando el bueno de Robert De Niro deja de hacer de psiquiatra aburrido y se decide a homenajear cuchillo en mano al Nicholson de El resplandor. Pero eso, claro, será recién después de la vuelta de tuerca en cuestión.
Película de terror pensada para un público que no es fanático del género, la gran atracción de Mente... es el protagónico de Robert De Niro. Lo acompaña la pequeña Dakota Fanning, una niña con grandes dotes para encarnar a la que bien podría ser la novia de Lukas, el personaje dark de Rep. De Niro y Fanning son padre e hija, la madre de la niña se suicida y el padre decide mudarse con ella al campo, un lugar que tal vez no sea el mejor para sobrellevar semejante pérdida traumática pero, sin dudas, es el mejor para una peli de terror. La niña comenzará a jugar con un amigo imaginario, y desarrollará un humor poderosamente negro. Como corresponde, cada personaje secundario que aparezca alrededor de padre e hija podrá ser el responsable del terror que se avecina. Y, también como corresponde, la banda de sonido no dejará de recordar todo el tiempo que el terror en cuestión efectivamente se avecina.
No hay mucho más para decir de Mente siniestra sin arruinar el disfrute trash de su final freak, salvo quejarse de que sea Elizabeth Shue el interés romántico del personaje de De Niro y no la mucho más apetecible Famke Janssen. Pero, claro, sus responsables necesitaban a Famke para el desenlace y no para los entremeses. Abúlica y tramposa, y celebrable sólo por razones equivocadas, Mente siniestra se estrena en Argentina un día antes que en los Estados Unidos (y el resto del mundo) y apenas si califica como una demostración más de que hace ya una década que De Niro perdió la confianza en el cine en serio.