ESPECTáCULOS
La metafísica de la charla de bar
“Te digo más”, adaptación teatral de una serie de cuentos de Roberto Fontanarrosa, se presenta en la Carpa Cultural Itinerante.
Por Pablo Plotkin
Si todos los personajes de Te digo más... se reunieran en un bar, no habría mesa de galanes que igualara semejante desquicio. La obra literaria de Roberto Fontanarrosa es tan desbocada en términos de imaginación, que su adaptación al teatro no puede pensarse desde otra perspectiva que desde la fantasía. Es decir, ¿cómo llevar a escena esas fábulas asombrosas, esa clase de costumbrismo insólito? Su representación física parece sencillamente imposible. Por eso los actores Pablo Brichta y Manuel Vicente, al momento de la adaptación, eligieron tomar los cuentos como un trampolín hacia cuestiones que se tornan metafísicas casi sin quererlo. Dos tipos sentados a la mesa de un bar, contándose historias e intentando explicarse recíprocamente el mundo. Nada nuevo, nada pretencioso. El asunto es que esos relatos, concebidos por el autor como modestas piezas de entretenimiento “literario”, terminan comprendiendo un arco pavorosamente amplio del comportamiento humano moderno.
No es la primera vez que la obra del humorista y escritor rosarino recala en el teatro. Sucedió con La mesa de los galanes, también con su clásico Inodoro Pereyra, llevado a un unipersonal por Hugo Varela. Esta vez Brichta –que había integrado el elenco de La mesa...– se le anima a uno de sus libros más deslumbrantes. Hoy a las 19 se podrá ver la obra -gratis– en la Carpa Cultural Itinerante ubicada en Parque Chacabuco (Av. Asamblea y Emilio Mitre). Los actores recurren a la CosmovisiónFontanarrosa para delinear el perfil de dos ciudadanos a primera vista derrotados, llenos de preconceptos falsos y verdades de café. Hugo y Pipo, los personajes de la pieza, pretenden desentrañar los misterios del universo mediante principios filosóficos que ellos suponen incontrastables. Te digo más... agrupa 26 relatos de diversos géneros, pero la sorpresa es lo único a lo que el autor no renuncia jamás. Desde el primer cuento, “Mamá”, en que un hijo revela los secretos más vergonzantes de su progenitora hasta desembocar en un clímax absurdo, queda claro que el fin último de la literatura de Fontanarrosa es la risa, aun en los momentos que roza el espanto.
En “Los últimos dragones”, por ejemplo, el Negro retoma la pasión literaria por esos seres mitológicos desde un ángulo increíble: como narrador, elige a un heladero de un pueblo chico de los Estados Unidos que, desesperado por atraer clientela, emprende un viaje ridículamente colosal hacia el último dragón vivo. “Te digo más...” parte de una charla de bar para contar la historia de una Navidad desencantada, en la que un gordo vestido de Papá Noel a las puertas de un local de electrodomésticos confunde vino blanco con limonada. Como en tantos otros casos, los cuentos hilarantes de Fontanarrosa consiguen exceder la anécdota y el ejercicio de estilo (se ubica con asombrosa efectividad en la piel de toda clase de narradores) para propiciar una mirada completamente original del tiempo en que se vive. “Una playa desierta”, un cuento apasionante sobre la imposibilidad del romance idílico, cierra el libro y parece reunir toda la sabiduría de un escritor irrepetible.