DEPORTES
Una derrota a lo Bielsa
Por Susana Viau
Fue una intuición. Nada más que olfato. Lo único a que puede apelar quien, como uno, sólo sabe de fútbol lo que sabe de River. Al terminar el partido, un amigo, excelente periodista deportivo, confirmó la corazonada pero la llenó de datos, de detalles, de tácticas. En fin, de conocimiento. Tengo la impresión de que lo peor del equipo argentino es el técnico. Marcelo Bielsa no es malo, es simplemente mediocre. Y la mediocridad suele ser un cepo. Su selección carece de las virtudes de los mejores equipos argentinos, semilleros de todos los hombres de su lista; juega a la europea. Sin embargo, tampoco logra alcanzar el poderío de los inventores del modelo.
Los ingleses ganaron ayer en rapidez, en precisión, en fuerza. Un torbellino que nos dejó para atrás, al menos en tramos del primer tiempo y en unos minutos del segundo, después del penal que los puso en ventaja. El equipo argentino es, con Bielsa, un equipo sin creatividad, sin imaginación, despersonalizado. No se ve en él nada de lo que regocija y deleita en los partidos locales. Los brasileños, en cambio, ganen o pierdan, juegan a la brasileña.
Se dirá que todos los argentinos elegidos por el técnico juegan en Europa y tienen ya la impronta. No resulta muy cierto. Los de Brasil también y, puestos, siguen siendo lo que son. Pero hay más: aunque el equipo arriesgue, el que ha decidido no arriesgarse, por definición, es Bielsa, con el consejo de sus periodistas amigos, los que le graban los videos y alimentan la idea de un coach de laboratorio. Bielsa no se arriesga porque lo que hace es inobjetable, irreprochable y quien dice eso, dice correcto. O sea, mezquino. ¿Quién podría achacarle culpas si pierde con una formación que incluye a Verón, Batistuta, González, Crespo, los argentinos más caros del mercado? Y así, si se pierde con esos nombres, bueno, será que no había remedio. Ante el fracaso, los defensores de Bielsa tendrán una respuesta: hizo los cambios cuando la necesidad fue evidente.
¿Habría sido todo igual jugando desde un principio a la argentina, por abajo y con Aimar? ¿O sin Aimar y con otras ideas? Quién lo sabe. Lo cierto es que, en ese caso, cualquier resultado adverso hubiera dejado a las tribunas haciendo lo que no hacen hoy: recordando a la madre de Marcelo Bielsa y no para compararla con la de los Graco, según dijo excediéndose un poquitín el Gran Hermano del entrenador que, de paso, se puso en los botines de Tiberio o de Cayo, o de los dos. Impensable, a menos que fuera como fue: un recurso de última instancia, tolerable en la emergencia, resuelto una vez que todos, absolutamente todos estuvieron bien convencidos de que así no iba más y la ocasión se escurría.
Conclusión: no hubo goles ni espectáculo. El equipo perdió a la manera en que gana: sin jugar a lo que sabe y apostando a lo que no puede. Fue una derrota gris, una derrota a lo Bielsa.