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Por Adolfo Aristarain *

La única salida es conseguir leyes que obliguen a las salas a cambiar sus mecanismos. Un impuesto del 25 por ciento para las películas extranjeras en lugar del 10 por ciento, licencias de importación ligadas a exhibición de productos nacionales, volver a los mínimos o a las medias. Nuestras películas necesitan tiempo en pantalla. No se puede ser ingenuo y pretender pactar con los exhibidores. Estamos en el mundo del libre comercio y eso significa que lo que se decide exhibir tiene como única meta ganar dinero. ¿Qué les vamos a pedir? ¿Que sean buenos, que no nos caguen, que no larguen un tanque con doscientas copias y nos echen de las pantallas? Planteemos lo que sea, pero no pequemos de idiotas. Tampoco creamos que productoras hoy perjudicadas estarán siempre de nuestro lado. Los peces grandes se van a comer a los chicos y pactarán con los exhibidores en beneficio de sus tanques y en contra de películas normales. No todos los enemigos son extranjeros.
* Director de Roma.