EL PAíS › LAS EXPECTATIVAS DEL GOBERNADOR

Un diálogo político

 Por Martín Piqué

Felipe Solá se recluyó ayer en su chacra de Mercedes y no atendió ninguno de sus teléfonos. Su única actividad fue encabezar un acto en esa ciudad –donde se siente en casa porque tiene un campo y porque el intendente, Carlos Leva, es un reconocido “felipista”– para entregar 103 patrulleros. Después del acto, donde un grupo de estatales lo abucheó y le dio la espalda, Solá se refugió en el silencio. Sólo interrumpió su mutismo para llamar a la Casa Rosada. Mientras tanto, en La Plata aseguraban que cerca del gobernador se vivía “un clima de previa”: querían decir que, finalmente, la tan esperada reunión con Néstor Kirchner se concretará hoy. “A esta altura ya no interesan tanto los números sino abrir un diálogo político”, explicaban cerca de Solá.
El bajo perfil del gobernador no sólo preanunciaba una inminente reunión con el Presidente. También demostraba que en la provincia habían decidido dar señales de distensión para facilitar dicho encuentro. A su vez, el propio Kirchner había contribuido a distender el clima. “Con Felipe ya nos veremos. Yo espero que en cualquier momento me venga a visitar”, había dicho el Presidente en Florencio Varela (ver nota principal). Al tanto de las palabras de Kirchner, el gobernador defendió su postura –rechazar el proyecto de coparticipación oficial y reclamar las deudas con Buenos Aires–, pero lo hizo en un tono cauto, como si quisiera iniciar una negociación.
La visita a Mercedes reflejó la situación complicada que vive el mandatario: unos trescientos empleados públicos, con banderas y pancartas, le hicieron un escrache para reclamar aumento salarial. “Vine a la provincia para defenderla y no para quedar bien con nadie. Y la primera forma que conozco para eso es administrarla bien y pelear por sus ingresos”, se defendió el gobernador. Después del acto, llegó el momento más esperado: el envío de la señal que esperaba el Gobierno para descomprimir la relación. Se trató de un llamado del propio Solá; ya no había margen para delegar la comunicación en manos de terceros. “Cada vez que uno dice algo los Fernández contestan al otro día”, se había quejado Solá hablando del jefe de Gabinete y el ministro del Interior.
Pero a pesar de las antipatías personales, ayer prevaleció la serenidad. En el entorno del gobernador aseguraban que las expectativas para la inminente reunión con el Presidente son bien módicas. En primer lugar, buscan reanudar un diálogo cara a cara con el jefe de Estado. La última charla a solas de ambos se realizó en la noche previa a la primera movilización por Axel Blumberg. “Ahora queremos retomar el diálogo político. Después hablaremos de lo demás”, confiaban anoche en la gobernación. Pero en la provincia creen ver –tal vez producto de sus deseos y urgencias– gestos de acercamiento por parte la Nación: creen que el Gobierno archivó el Fondo de Emergencia Social (FES) que estaba incluido en el proyecto de coparticipación. Ese fondo se crearía con la cuarta parte de un eventual aumento de la recaudación y permitiría al Ejecutivo hacer obra pública en las provincias.

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