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En 1994, hace veinte, un grupo de comunicadores populares de la provincia de Jujuy le dio vida a Wayruro, colectivo que, desde la comunicación, señala sin embargo que su propósito es “promover una sociedad más justa, rescatando prácticas democráticas, solidarias y organizativas, apoyando la Constitución, el fortalecimiento, y la articulación de sujetos sociales comprometidos con la búsqueda de un mundo mejor, consciente de sus problemas y activos en la búsqueda de soluciones”. Hoy no se abandona la identidad comunicacional de quienes la forjaron como una herramienta de lucha, entonces principalmente dirigida a “luchar contra el modelo neoliberal”, sino que se reafirma el sentido claramente político de la propuesta.

Dos décadas después se puede decir que Wayruro ha recorrido su camino fortaleciendo organizaciones de base y utilizando la comunicación popular como instrumento para la sensibilización, educación, experimentación y denuncia. En este tiempo sus animadores llegaron a catorce provincias argentinas y, más allá de nuestras fronteras, a Venezuela, Brasil, España y Costa Rica, para capacitar a un centenar de organizaciones.

En dos décadas de trabajo este colectivo recibió varias decenas de premios y reconocimientos de distinto tipo, tanto por obras presentadas en festivales, muestras y certámenes de cine y video, como en concursos y planes de fomento del Incaa y la TDA.

Según sostiene Ariel Ogando, coordinador de Wayruro, “la construcción de nuevos relatos requiere de herramientas que fomenten la participación, alienten la reflexión y la crítica, y permitan la elaboración de materiales creativos que intenten experimentar sobre nuevas formas de participación y acción en la comunicación popular audiovisual”. Cuando se le pide una definición sobre Wayruro sostiene que “nosotros somos lo que hacemos”. Y agrega que “tenemos un fuerte compromiso con la realidad que nos rodea y, desde ese lugar militante y comprometido, producimos trabajos y brindamos herramientas de comunicación a organizaciones sociales (de distinto tipo), jóvenes y estudiantes, para que cuenten sus relatos, sus luchas y demandas, y fortalezcan sus organizaciones”.