Miércoles, 13 de enero de 2016 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Ricardo Haye sostiene que, reducidos los espacios mediáticos cuestionantes, el análisis y la reflexión crítica tendrán que encontrar alternativas que rompan cerrojos noticiosos interesados y parciales.
Por Ricardo Haye *
En las elecciones presidenciales de 1973 la derecha se presentó con el sello de un partido creado al efecto y bautizado “Nueva Fuerza”. Su candidato, Julio Chamizo, habría de pasar a la historia porque, a pesar de una impresionante inversión en propaganda, apenas obtuvo el 2 por ciento de los votos. Cada sufragio le costó carísimo. En su descargo, sólo puede decirse que enfrentaba a un peronismo habilitado a competir tras 18 años de proscripción.
Contraviniendo pronósticos e intuiciones, diez años más tarde, en lo que podemos caracterizar como el nacimiento de nuestra modernidad política, Alfonsín derrotó a Luder. En esta ocasión, la notable diferencia fue que la comunicación jugó un papel destacadísimo, al punto que la UCR se impuso en todos los distritos con mayor cobertura mediática. Había comenzado una era en la que las campañas comenzaban a despersonalizarse y el contacto directo de los actos callejeros cedía protagonismo a la aparición de los candidatos ante los micrófonos de la radio y las cámaras de la televisión. La etapa que vive hoy la Argentina registra algunos hechos paradojales, como la significación que pudiera haber alcanzado la acción macrista del “timbrado” casa por casa y, sobre todo, la formidable gesta popular que los votantes kirchneristas desarrollaron entre el 25 de octubre y el 22 de noviembre para llegar a un cómputo final tan ajustado como el que se produjo en la segunda vuelta electoral.
En tiempos de virtualidad, “poner el cuerpo” parece haber tenido una gran incidencia en los resultados que finalmente consagraron al candidato de Cambiemos por un margen sumamente estrecho.
Esta es una circunstancia que los investigadores y estudiosos de la comunicación debieran analizar con detenimiento.
La otra es el capítulo que se abrió a partir del 10 de diciembre con el reformateo de una oferta comunicativa en la que el sistema público y un puñado de medios privados intentaban balancear el poder descomunal de organizaciones periodísticas poderosas y concentradas.
La desaparición de ciclos con decidida actitud crítica, el hackeo a este diario o las interferencias a la radio 750 AM, entre otros, documentan la voluntad de constituir un escenario mediático de fuerte alineamiento político-ideológico con el oficialismo y con escasas voces disidentes. De ese modo, cabe esperar mayoría de titulares elogiosos para la acción de gobierno, entrevistas complacientes a los funcionarios de turno y ausencia de cuestionamientos de fondo a la gestión oficial.
Si bien la decisión presidencial de designar a dos miembros de la Corte Suprema por la vía de un decreto suscitó críticas incluso entre los comunicadores más alineados con el macrismo, el modo en que los medios reflejaron en su momento el viaje del gobernador Scioli a Italia y las vacaciones del flamante presidente durante sendas inundaciones no puede llamar a error acerca de la existencia de una doble vara de medida.
Reducidos los espacios mediáticos cuestionantes, el análisis y la reflexión crítica tendrán que encontrar alternativas que rompan cerrojos noticiosos interesados y parciales.
En apenas un mes de la nueva gestión las plazas ya demostraron una manifiesta voluntad de protagonismo. Y lo propio ocurre con las redes sociales, que no sólo permiten la catarsis, sino que facilitan espacios para la denuncia y la exposición de prontuarios descalificatorios.
La rápida reacción popular obligó al gobierno a retroceder en su propósito de poner en funciones a personas que cosecharon impugnaciones inmediatas y fulminantes (Albino, Avila, Manfroni).
Sin grandes apoyos dentro del ecosistema mediático tradicional, que tanto puede servir para obturar conciencias como para dinamizar la sociedad, la acción comunicativa de la oposición va a requerir de una gran gimnasia de movilización así como de fórmulas que recuperen estrategias artesanales que difundan su posición, den a conocer sus propuestas y hagan posible la marcación de errores gubernamentales.
Pese a las asimetrías (y tal vez por ellas), la que asoma será una apasionante confrontación dialéctica.
* Docente-investigador de la Universidad Nacional del Comahue.
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