Miércoles, 13 de enero de 2016 | Hoy
ECONOMíA › ARANGUREN CUESTIONó LOS MOTIVOS PARA LA RECUPERACIóN DE YPF Y DEFENDIó LA GESTIóN DE REPSOL
El ministro de Energía se refirió a la renacionalización de YPF en 2012, considerando que fue una decisión motivada por cuestiones de coyuntura y fundamentada en críticas a Repsol por “cosas que se demostró que no eran así”.
Por Raúl Dellatorre
El ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, cuestionó “los motivos” por los cuales se decidió la renacionalización de YPF y defendió la gestión anterior de Repsol. El ex titular de Shell vinculó la decisión política de recuperar YPF, ratificada por ley del Congreso, “con el cepo cambiario, que tuvo su origen en noviembre de 2011”, es decir, seis meses antes de la repatriación de la petrolera. “El gobierno de entonces consideró que la gestión privada no estaba haciendo muy bien las inversiones, y que YPF tenía una caja suficiente para dar soporte a las finanzas públicas: quedó demostrado que ninguna de las dos cosas era así”, sostuvo el funcionario en una entrevista.
Aranguren respondió, en el reportaje publicado ayer en la página web de La Nación, a la pregunta si había sido “un error estatizar YPF”. Aclaró que no cuestionaba “una decisión que fue votada por el Congreso”, pero sí “los motivos” por los cuales se tomó dicha decisión. “Los fundamentos de esa decisión se podrían haber analizado más profundamente”, se cubrió. El ministro ubicó aquella decisión estratégica, enmarcada en la Ley de Soberanía Hidrocarburífera, considerando en cambio que fue una respuesta a problemas de la coyuntura. “El gobierno se dio cuenta de que no podía estar solventando la importación de energía que llegaba a un nivel de 6500 millones de dólares netos por año”, recordó, y relacionó el dato con las regulaciones y controles sobre el mercado cambiario, a los que denominó, sintética y simplificadamente, “el cepo cambiario”. “La energía es muy responsable de lo que ha ocurrido”, dijo, en relación al “cepo”.
Frente a esta situación, según Aranguren, “el gobierno de entonces consideró que, del lado del dueño de YPF, no se estaban haciendo muy bien las inversiones”, y que “YPF tenía una caja suficiente para dar soporte a las finanzas públicas” y sostener, en consecuencia, el déficit de divisas en el sector energético.
En los años previos a la recuperación de YPF, la gestión de Repsol prácticamente había abandonado la actividad en yacimientos. La cantidad de perforaciones que realiza una compañía petrolera refleja el interés y la proyección de la empresa, ya sea en pozos exploratorios para hallar nuevas reservas, o pozos de extracción para ampliar el área en producción. En este sentido, las cifras son elocuentes: en los últimos años en manos de Repsol, de 2007 a 2011 inclusive, las perforación de YPF promedió los 18 pozos anuales. En 2012, bajo control estatal desde abril, alcanzó 467 perforaciones, para mantener en los años siguientes cifras superiores a los 900 pozos. Dicha declinación explica la caída de la producción de petróleo y de gas, y el consecuente ensanchamiento del déficit energético.
Sin embargo, Aranguren consideró que los cuestionamientos a la gestión de Repsol fueron desacertados. “Quedó demostrado que no era así”, dijo respecto de la evaluación negativa que hizo el gobierno en 2012 respecto de la gestión de la empresa española al frente de YPF. “La posibilidad de remunerar al gas adicional a un precios más alto, la administración anterior no la tuvo”, dijo Aranguren en defensa de Repsol. “Tampoco podía trasladar al precio en surtidor el impacto de la devaluación, como sí se hizo a partir de 2012, continuamente”, señaló para volver a justificar las deficiencias de YPF.
Aranguren también marcó diferencias respecto de la política petrolera del gobierno anterior, que sostenía el precio del petróleo al productor pero no habilitaba su traslado al precio que paga el automovilista. “Durante años, aislamos al mercado local del internacional, disfrutando, digámoslo así, de precios bajos cuando el mercado internacional tenía precios altos, y a partir de 2014, cuando el mercado internacional, que sí responde a la oferta y demanda, empezó a bajar, Argentina sostuvo los precios altos”, describió.
Dicha política, que buscó aislar a la Argentina de la volatilidad del mercado mundial, asegurando un precio a la producción que alentara la búsqueda del autoabastecimiento, es rechazada por Aranguren, que advirtió ayer que los precios locales “deben buscar vasos comunicantes” con ese mercado mundial del petróleo, que sigue marcando récords a la baja, hasta un valor que difícilmente alentaría la perforación de pozos tomando en cuenta los costos y rendimientos locales. Como recordó ayer el propio ministro, en Argentina el barril se paga en torno a 60 dólares, mientras que a nivel internacional está cerca de 30. Vale recordar que en 2014, cuando aquí estaba también cerca de 60, el precio internacional era de más de 140 dólares.
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