Miércoles, 13 de enero de 2016 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Emir Sader
La derecha no es nueva en América latina. Fue la responsable de presidir nuestros países en la gran parte del tiempo, siendo la principal responsable de que seamos el continente más desigual del mundo. Pero cuando intenta aparecer como una solución nueva en algunos países, es bueno recordar las contribuciones que la derecha ha dado y sigue dando a América latina.
No vamos a mencionar las dictaduras militares y otros dictaduras, a las cuales ahora parece que nadie de la derecha apoyó. Basta analizar los gobiernos recientes y los actuales para hacer un balance del desempeño de la derecha en nuestro continente.
En la actualidad, varios gobiernos insisten en mantener el modelo neoliberal, que caracteriza a la derecha. ¿Qué resultados han tenido? Basta constatar el triste balance de los 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta), cuyos resultados para México han sido muy negativos. Es prácticamente el único país del continente que no ha disminuido la pobreza y la miseria en estas dos décadas. El libre comercio hacia adentro y hacia afuera ha acentuado la decadencia de la economía mexicana, lo cual se refleja en la incapacidad del sistema político del pais de proyectar liderazgos con prestigio. Al contrario, cada gobierno empieza desgastado y no se logra recuperar, enfrentando con fraudes las elecciones siguientes. Sin mencionar los otros elementos que el estrecho intercambio con Estados Unidos trae al pais, como la violencia y el narcotráfico, vinculados al más grande mercado consumidor de drogas del mundo en su frontera norte.
Lo mismo se puede decir de Perú, pais que estadísticamente ostenta siempre uno de los primeros lugares en crecimiento del PBI, pero sin que ello se refleje en una mejoría de la situación social del país. Lo cual también se refleja en el desgaste rápido del apoyo a los presidentes, que representan siempre decepciones para los mismos que los han elegido. Al punto que ahora, frente al fracaso del gobierno de Ollanta Humala, que mantuvo el modelo económico heredado de Alan García, la favorita para triunfar en las elecciones de abril del 2016 es la hija de Fujimori, quien cumple pena de cárcel por corrupción.
Cuando se eligió a Sebastián Piñera como presidente de Chile, se asociaba esa elección con una renovación de la derecha del pais y de la región. La ilusión no tardó un año, hasta que los estudiantes le quitaron todo el prestigio que tenía, al reivindicar el retorno de la gratuidad de la educación pública.
La propuesta de la Alianza para el Pacifico no se ha traducido en nada para el continente, más allá de vagas promesas.
Mientras la izquierda puede reivindicar la disminución de la desigualdad, la pobreza y la miseria, la retomada de la expansión económica y el liderazgo de dirigentes como Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, entre otros, ¿qué liderazgo y qué contribución puede presentar la derecha para América latina?
Al parecer tampoco Mauricio Macri va a significar ni una renovación, ni una recuperación de prestigio para la derecha latinoamericana. Los venezolanos miran con atención las inmensas dificultades de su gobierno, para que a la euforia por el resultado electoral en Argentina no le suceda la decepción, una vez más, con un promisorio líder derechista en el continente.
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