Jueves, 13 de marzo de 2008 | Hoy
Por M. B.
Un rasgo de la identidad masculina tradicional es la representación subjetiva del cuerpo como una máquina que debe estar en perfecto funcionamiento, desatendiendo las señales preventivas de atención. El investigador argentino J. J. Llovet (coautor de La salud de las mujeres, Unicef, 1997) señaló que, en tanto las consultas por salud de las mujeres suelen ser preventivas, las de los varones suelen ser posfácticas: se realizan cuando la patología ya está avanzada y, a menudo, cuando ya es irreversible. En términos de relaciones de poder, la hipótesis explicativa sugiere que los hombres con identidad de género tradicional suponen que la consulta médica los coloca en posición dependiente y desjerarquizada respecto de alguien en posición superior, y no aceptan esa condición que perciben como subordinada, aunque recurran a diversos pretextos para evitar la consulta a término.
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