Martes, 24 de junio de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › CONDENARON A ALEX CANTEROS POR EL TRIPLE HOMICIDIO FAMILIAR EN SAN VICENTE
Canteros y Gustavo Muñoz fueron considerados culpables del asesinato de la abuela de Alex, de su padre y de la novia de éste. Buscaban un tesoro de diez millones de dólares supuestamente enterrado en la quinta familiar por el abuelo, Pepe Cantero.
Alex Canteros, nieto del fallecido diseñador de calzados Pepe Cantero, fue condenado ayer a reclusión perpetua por asesinar a su abuela, su padre y la novia de éste, el 10 de enero de 2004. Su cómplice, Gustavo Muñoz, recibió la misma pena de parte del Tribunal Oral en lo Criminal 4 de La Plata. Los jueces tuvieron en cuenta, tal como había indicado el fiscal, que se trató de un homicidio calificado por el vínculo y por haber sido cometido con alevosía. El móvil habría sido una leyenda familiar que decía que el abuelo Pepe había enterrado un tesoro de 10 millones de dólares en el jardín de la casa ubicada en el partido bonaerense de San Vicente, donde vivían Alex y su familia.
“Mal podían los asesinados esperar agresión de ninguna especie porque la presencia de los autores en la casa no debía despertar sospecha alguna, y esto fue utilizado por los acusados para arteramente atacar a sus víctimas. Ha sido el ataque de una sorpresa absolutamente extraordinaria, impensado e insospechado”, determinó en el fallo el presidente del tribunal, Emir Caputo Tártara. Las víctimas fueron Norma de Canteros (viuda de Pepe), su hijo Jorge y Giselle Minod, quienes al momento del asesinato se encontraban viendo televisión.
Según se consignó en el fallo, Canteros, de 22 años, llevó adelante el plan para “apropiarse de la totalidad de la presunta suma de dinero, ya que su padre la había buscado en alguna oportunidad y, de haberla encontrado, le habría correspondido una parte pero no todo el dinero”. El caso llegó a juicio oral luego de que el fiscal de instrucción, Marcelo Martini, interrogase a Darío López y su pareja, quienes admitieron haber recibido 25 pesos para darle dos boletos de colectivo que constituían la coartada de Canteros y Muñoz, de 35 años.
La noche del crimen, ambos juraron haber estado en un shopping en Temperley con esta pareja que vivía enfrente a la quinta. Sin embargo, cuando Martini fue a interrogarlos “estaban llorando, él y la novia, no podían creer lo que habían hecho (Canteros y Muñoz)”, recordó el fiscal en diálogo con Páginai12. Para completar la coartada, los imputados dijeron que se trataba de un robo porque faltaban 700 pesos de una caja fuerte, que no había sido violentada.
Mientras Canteros estaba en el funeral de su familia, Martini fue hasta la casa de Muñoz en busca del arma y “tal vez –dijo–, se sintió presionado”, porque cuando llegó el fiscal, el hombre se había cortado la garganta en un intento de suicidio. Ambos fueron interrogados por separado y tras descubrir varias contradicciones en sus declaraciones fueron detenidos. Durante los peritajes aparecieron indicios que apuntaban al entorno familiar. En la quinta, además de una gran cantidad de armas (fusiles Mauser y la pistola Bersa 635 con la que se cometieron los asesinatos), había cinco perros guardianes –cuatro doberman y un ovejero alemán– que usualmente estaban en el parque pero aparecieron encerrados en una habitación. Además, ninguno de los accesos a la vivienda habían sido forzados.
“Canteros y Muñoz urdieron con antelación suficiente una macabra trama a los fines de asesinar al padre y su concubina, como así también a la abuela del primero, fingiendo un robo y homicidios, con la finalidad de obtener y quedarse con una importante suma de dinero que se encontraría enterrada en el predio”, aseguró el juez. En el fallo, el Tribunal rechazó los pedidos de inimputabilidad presentados por las defensas de los acusados al basarse en pericias que los catalogaron como personas con parámetros de inteligencia e intelectualidad normales.
“Los móviles no son a ciencia cierta”, comentó Martini. Aunque la búsqueda del supuesto “tesoro” escondido sería el motivo del triple homicidio, Martini contó que durante la investigación se excavó parte del jardín, sin éxito. Claro que el mito persiste, y el fiscal lo reconoció, porque nunca requisó todo el terreno, que ocupa un cuarto de manzana, en la calle 20 de Junio al 192.
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