SOCIEDAD
Un estudio prueba que las tareas domésticas producen depresión
Investigadores británicos encontraron que, contrariamente a otras actividades físicas cotidianas, que tienen efecto positivo en el sistema nervioso, los quehaceres domésticos deprimen.
La actividad física, cuando consiste en efectuar quehaceres domésticos, produce depresión. Así lo muestra una investigación dada a conocer en Gran Bretaña, que vino a verificar la desdicha de las faenas domésticas, no ya por el camino de las quejas de las amas de casa sino por el de los efectos del ejercicio físico sobre el sistema nervioso: el estudio, a largo plazo, venía señalando que niveles moderados de actividad cotidiana producen efectos comparables a los de los antidepresivos, pero tropezó con el hallazgo de que, cuando un nivel similar de actividad se aplica a las cosas de la casa, causa el efecto contrario. Así, los resultados de la investigación se pueden anotar en dos registros: por una parte, reafirman las consecuencias enfermantes que puede llegar a tener la condición de la mujer o –especialmente en la Argentina de la desocupación– el hombre que sólo se dedica a eso; por la otra, condiciona los efectos positivos del ejercicio físico a que éste se inscriba “en una actividad recreativa”.
Desde 1997, el Departamento de Promoción de la Salud de la Universidad de Glasgow venía efectuando una investigación sobre 3000 personas. Inicialmente, se había tratado de un programa para prevenir riesgos de enfermedades cardíacas, pero resultó efectivo para tratar síntomas de depresión. El programa permitía alternativas como la realización de ejercicios físicos relativamente enérgicos –como la marcha a paso vivo– durante 20 a 30 minutos, tres o más veces por semana, pero también incluía, y ésta era su particularidad, la opción de incluir formas moderadas de ejercicio en las actividades cotidianas: por ejemplo, reemplazar el ómnibus por la bicicleta o paseos de menor duración e intensidad.
Tanto las formas enérgicas como las moderadas de actividad se mostraron efectivas contra la depresión, medida ésta según un cuestionario de uso estandarizado en psiquiatría. Esto sustentó la hipótesis de que “el ejercicio causa en el cuerpo cambios químicos que se asemejan mucho a la acción de las drogas antidepresivas que operan sobre la serotonina en el cerebro”, en palabras de Nanette Mutrie, especialista en psicología del ejercicio físico en la Universidad de Glasgow.
En el plan de aprovechar las oportunidades de ejercicio físico que ofrece la vida cotidiana, las tareas domésticas parecían una buena opción. Pero resultó que no: “Encontramos que las tareas domésticas tenían un impacto negativo”, reconoció Mutrie, y precisó: “Con el ejercicio enérgico, los resultados son claros: cuanto más se hace, mejor es para el bienestar. Pero con las tareas domésticas pasa lo contrario. Debe haber una explicación psicológica”.
La discusión sobre el valor de las tareas domésticas en tanto ejercicio físico se enmarca en un cambio en los criterios de salud pública que, en los últimos años, han virado de recomendar una actividad física enérgica por lo menos tres veces por semana a admitir actividades físicas moderadas que puedan incluirse en la rutina diaria. Está bien, dicen ahora, pero eso no justifica mandar a nadie a lavar los platos.
Otra investigación, efectuada en la Universidad de Bristol, involucró a 2300 mujeres mayores, de entre 60 y 79 años, en 15 ciudades de Gran Bretaña. Se les pedían detalles sobre sus actividades físicas, incluyendo el cuidado del jardín, caminatas, ciclismo y... ¿pasar la aspiradora? El problema era que, si se incluían los quehaceres domésticos, más de dos tercios de las mujeres examinadas resultaban alcanzar los niveles recomendados de actividad física; si no se incluían sus trabajos como amas de casa, sólo una de cada cinco alcanzaba un grado saludable de actividad. En definitiva los investigadores concluyeron que “incluir las tareas domésticas entre las actividades físicas recomendables no contribuiría a mejorar la salud de la población”.
El jefe del equipo de Bristol, Shah Ebrahim, estimó que las mujeres en estudio “no ganarían ningún beneficio para su salud a partir del trabajo doméstico, simplemente porque éste no les ofrecía una actividad recreativa”.